martes, 13 de enero de 2015

El cartel de 'Los Viagra' es una función de La Familia, Los templarios y ahora el CJNG

México, Detrás de la fachada de las autodefensas en Michoacán integrantes de Los Viagra o Los Sierra operan como civiles armados.

Dedicados al narcotráfico bajo el nombre de Cártel H-3, y han mantenido nexos con La Familia, Los caballeros templarios y ahora el cártel de Jalisco Nueva Generación, revela un informe de inteligencia del gabinete de seguridad nacional al que MILENIO tuvo acceso.

Miembros de Los Viagra fueron identificados como responsables del ataque del 6 de enero contra efectivos de la Policía Federal que derivó en un enfrentamiento con saldo de ocho muertos por herida de bala en Apatzingán, supuestamente azuzados por Nicolás Sierra Santana, El Coruco o El Gordo, quien ha operado como secretario o vocero de la organización.

El gobierno federal ha establecido que Los Viagra son afines a las autodefensas que comandaba Antonio Torres El Americano, quien se encuentra en prisión; se tiene evidencia de que Carlos Sierra Santana, El Viagra, y El Coruco se han reunido en varias ocasiones con Servando Gómez, La Tuta, líder de los Templarios, para coordinar extorsiones.

Ocho hermanos de sangre fundaron este grupo en el poblado de Pinzándaro, municipio de Buenavista Tomatlán, y según declaraciones de delincuentes capturados por autoridades federales, sus integrantes realizan actividades de trasiego de droga autodenominándose Cártel H-3, así como otras actividades ilícitas.

Así se desprende del informe realizado por los órganos de inteligencia y dependencias del gabinete de seguridad nacional, conformado por la PGR, el Cisen, las secretarías de Gobernación, Defensa y Marina, la Comisión Nacional de Seguridad y la Policía Federal.

La información gubernamental establece que al menos tres de los hermanos que crearon Los Viagra, llamados Los Sierra en la zona de Tierra Caliente, son "ahijados" de Jesús El Chango Méndez, uno de los fundadores de La Familia michoacana, quien fue detenido y encarcelado en la anterior administración. Sus antecedentes se documentan en el poblado de Pinzándaro, y se trata de ocho hermanos de nombres Rodolfo, Nicolás, Valentín, Severino, Beatriz, Bernabé, Mariano y Carlos Sierra.

El análisis del primer nivel de Los Viagra señala que estos civiles armados trabajan para el mejor postor y se han alineado a distintos liderazgos criminales en Michoacán, según el beneficio económico que pueden obtener.

"(…Entre ellos hay sicarios o 'mercenarios', extorsionadores, ligados a las actividades del tráfico de mariguana y drogas sintéticas que se ocultan bajo la fachada de los grupos de autodefensas, hoy vinculados con el cártel de Jalisco Nueva Generación y afines al grupo de Antonio Torres, Simón o El Americano", se lee en los reportes.

Primero fungieron como grupo operativo al servicio de La Familia, luego se aliaron con Los caballeros templarios y en 2013, cuando se separaron y abandonaron la zona del puerto de Lázaro Cárdenas, se agruparon en Apatzingán, para extenderse a Buenavista y Tepalcatepec.

Se ofrecieron como organización armada para fortalecer los grupos de autodefensa, a quienes entregaron información para capturar a varios líderes de Los caballeros templarios.

Con estos argumentos se integraron posteriormente a las autodefensas y luego a la Fuerza Rural; sin embargo, hay informes de que mantienen el trasiego de droga bajo la denominación del cártel H-3.

Los líderes

El gobierno ubicó como los principales dirigentes a los hermanos Mariano, Rodolfo y Nicolás Sierra Santana, El Coruco.

Este último, de 37 años, es investigado por supuestos nexos con el cártel de Jalisco Nueva Generación, "para el cual puede operar el trasiego de droga y cobro de extorsiones a productores agrícolas en Petacalco.

De acuerdo con investigaciones federales, algunos de los ocho muertos en el enfrentamiento del 6 de enero pasado pertenecían al grupo de El Coruco, quien supuestamente convocó a sus simpatizantes con el argumento de que se reuniría con el comisionado para la seguridad en Michoacán, Alfredo Castillo, en Pinzádaro.

Se le vincula con El Americano y Estanislao Beltrán, conocido como Papá Pitufo, y fue gente de confianza de El Chango Méndez.

"Se ha documentado que se reunió por lo menos dos veces con La Tuta en juntas con ganaderos y productores de limón, a quienes amenazaban para vender su producción solo a los Templarios bajo amenazas de muerte", agrega el reporte de inteligencia.

Carlos Sierra, El Viagra, ha modificado a través de los años sus relaciones de interés y actualmente su presunta relación criminal se asocia con Nueva Generación, con Luis Antonio Torres González.

Bajo su liderazgo Los Viagra mantenían como zona de operación Petacalco y La Unión, en Guerrero, además de ser personal de confianza de El Chango Méndez; posteriormente, formaron parte de los Templarios, y a finales de 2013 fortalecieron su presencia en Apatzingán, Buenavista y Tepalcatepec.

Mariano Sierra Santana, El Negro, de 35 años de edad, originario de Apatzingán, Michoacán. En medios y sitios web se señala que en 2009 fue acusado y procesado penalmente por el delito de violación en el juzgado segundo penal de Apatzingán, y se le vincula con el cártel de Jalisco Nueva Generación, para el cual supuestamente coordinaba un grupo de sicarios y halcones, además de colaborar en el trasiego de droga.

Comandante "autodefensa", entre los muertos

La Procuraduría General de Justicia de Michoacán inició una averiguación previa, luego de la emboscada en la que perdieron la vida el comandante de las autodefensas de Aquila, Rafael Meraz, y cuatro personas más, en hechos ocurridos el pasado domingo.

Las autoridades han identificado a los fallecidos, quienes respondían a los nombres de Rafael Meraz, El Chopo, comandante de autodefensas de Aquila, además de Santos Ontiveros, Criselio Rivera, José Santos Meraz, tío de El Chopo, y José Alejandro Zúñiga.

De acuerdo con testimonios recabados en el lugar por personal ministerial, aproximadamente a las 10:00 horas un grupo de 13 personas que se identificó como comunitarios realizaban un recorrido a bordo de una pick up, y al transitar por una brecha que conduce al rancho El Socorro fue agredido por desconocidos que huyeron.

Murieron cinco personas y ocho resultaron heridas, por lo que fueron auxiliadas y enviadas a diferentes hospitales.

Desde el puerto de Lázaro Cárdenas acudieron efectivos del Ejército y de la Marina, que además llevó personal médico para atender a los heridos. También prestaron apoyo autodefensas de San Pedro Naranjestil, Tizupan y Cachán, entre otras.

Los narco vehículos y sus blindajes 'piratas'

La extrema rivalidad entre varios cárteles en México, los cuales pelean el control regional del tráfico de drogas, ha producido una carrera armamentista.

Así lo señala un estudio de la Claremont Graduate University que revisa la forma en que los narcotraficantes mexicanos utilizan la tecnología militar de forma improvisada para blindar sus vehículos de combate.

El estudio, realizado por Robert J. Bunker y Byron Ramírez, destaca "la importancia de la improvisación militar que ha tenido lugar en México. Curiosamente, durante la durante la revolución Libia de 2011.

Los rebeldes utilizaron un ingenio similar en sus vehículos con blindaje improvisado para luchar contra el Ejército de Gaddafi".

El estudio de este tipo de manifestaciones "puede dejar lecciones importantes para la lucha contra la insurgencia criminal militar".

El estudio realiza una revisión que comprende desde mediados de 2010 hasta principios de 2012, de varios vehículos que fueron asegurados por las autoridades.

"Si bien se ha dicho que el gobierno mexicano tiene incautado más de un centenar de estos vehículos" el estudio sólo empleo dos docenas de vehículos, de los cuales se obtuvieron imágenes.

La mayoría de los vehículos blindados de los narcos fueron asegurados en Tamaulipas, durante enfrentamientos entre los cárteles de Los Zetas y del Golfo.

Nivel I Defensivo. Vehículo con blindaje improvisado / apresurada protección balística
Nivel II Defensivo. Blindado profesionalmente
Nivel III Temprano Ofensivo. Con un búnker improvisado y una posición para tirar
Nivel III Maduro Ofensivo. Narco tanques, rino camiones o monstruos.
Nivel IV Ofensivo. Con blindaje y pistola como los tanques.










“A mi hijo le dieron el tiro de gracia”

A un año del secuestro y posterior asesinato de Gibrán Martiz Díaz, cantante de La Voz México, su padre, Efraín Martiz Aguirre.

Denuncia irregularidades en la investigación y acusa de "encubrimiento" al gobierno de Javier Duarte. El padre de Gibrán también dice que pedirá asilo político a Panamá por las amenazas que ha recibido la familia después de la muerte de su hijo, y advierte que llevará el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

En entrevista con Apro, Martiz Aguirre relata que el pasado 18 de diciembre, los siete policías que participaron en el levantón de su hijo y del menor Sergio Luis Hernández (el 11 de enero de 2014) obtuvieron su libertad condicional mediante una "medida cautelar".

El juez Florencio Hernández Espinosa, apunta, fijó una fianza de 5 mil pesos a cada uno de los uniformados para que pudieran seguir su proceso penal en libertad.

De esa manera, agrega, Felipe de Jesús López Domínguez, Uriel Pérez Pérez, Manuel Ortiz Alarcón, José Luis Pérez Vela, lván Cortes Espíritu, Mauricio Ramírez Santiago y Abel Bravo Martínez, salieron de la prisión de Pacho Viejo después de que el juez "matizó" los cargos de incumplimiento de un deber legal, coacción y abuso de autoridad.

En un café de esta capital, sin poder esconder su rabia y una profunda tristeza, Efraín Martiz muestra fotografías del cadáver de su hijo en la plancha del Servicio Médico Forense (Semefo), tomadas una hora antes de que le fuera entregado el cuerpo envuelto en una sábana.

En las imágenes se observa el cadáver completamente desnudo con quemaduras en la espalda, producto de choques eléctricos producidos con cables de alta tensión, "probablemente de 220 voltios", expone Martiz Aguirre, médico de profesión. Su hijo, dice, terminó con la mandíbula fracturada por los golpes, y las piernas y glúteos con diversos hematomas y marcas, producto de varios "tablazos".

"La tortura es por demás evidente, se ensañaron con él; además, a mi hijo le dieron el tiro de gracia. Estas fotos no las voy a dar por respeto a mi familia y la impresión grandísima que generaría en mi esposa y en su hermano, Erick, quien ya una vez se quiso suicidar. Él quedó muy afectado".

Estas fotografías muestran el grado de saña que utilizaron con Gibrán, añade el padre del cantante, y de una carpeta negra va sacando una a una varias hojas en un intento de reconstruir el secuestro de su hijo.

Luego expone: "Mi familia no tenía dinero como para que pidieran rescate por un secuestro. Gibrán no tenía problemas, ni andaba metido en cosas ilícitas, no tenía ni dos días viviendo en Xalapa, estaba recién desempacado del DF cuando lo secuestraron".

Dice que el agente del Ministerio Público (MP), Guillermo Bencomo, se negó a entregarle una copia de la averiguación previa (AP-045E-2014*13-06-2014-049547-Z), pero logró fotografiar varias de las páginas en las que se encuentra una relación de llamadas desde el celular de Gibrán (2291065252).

Según los documentos, el teléfono estuvo siendo "encendido" y "apagado" desde el día de la sustracción de los jóvenes y hasta la aparición de sus cuerpos.

De acuerdo con Efraín Martiz, un localizador GPS da las coordenadas de tres distintas direcciones entre el 7 y el 12 de enero, fecha en que la Fiscalía de Veracruz confirmó el hallazgo de los cuerpos de Gibrán y su amigo.

Uno es el lugar donde fueron secuestrados; otro, cerca del Congreso local, en la calle Ferrocarril Interoceánico, en el conjunto residencial "Las Ánimas", donde "sé que ahí vive el titular de la SSP, Arturo Bermúdez", y la Academia de Policía de El Lencero.

"Telcel entregó a petición del MP la sábana de llamadas y localización de datos de internet (un I-Phone 4) de mi hijo. Yo me apoyé con gente externa que conoce de cartografía, de coordenadas y de aparatos sofisticados para obtener dónde habían tenido a mi hijo, y los resultados me dejaron helado", expone.

Al entregar la copia de los mapas con las coordenadas, que coinciden con las hojas de Telcel, añade: "Seguramente a mi hijo lo torturaron, lo golpearon y probablemente lo mataron en la propia Academia de Policía, pero antes lo llevaron o reportaron su detención con el titular de Seguridad Pública, de otra forma cómo te explicas los vaivenes de su teléfono, que nunca me regresaron".

Efraín Martiz recrimina que cuando solicitó al MP entregar las pruebas al Poder Judicial e incluso llamar a cuentas a los policías de la SSP y al propio Bermúdez, aquel sólo dio evasivas.

"Dichas pruebas yo las tengo desde junio. En esa fecha Bencomo me dijo que 'necesitaban' un 'dictamen' elaborado por un 'perito de ellos' para avalar las localizaciones cartográficas que yo hice con expertos. Han pasado cinco meses más de esa solicitud y no han podido concluir una prueba que yo hice en dos y tres días", fustiga.

Irritado por el "estancamiento" de la investigación ministerial, Efraín Martiz decidió acudir a las altas esferas del gobierno. Se reunió con el mandatario estatal, Javier Duarte; con el secretario de Gobierno, Erick Lagos, y con el nuevo procurador de Justicia, Luis Ángel Bravo. A todos ellos les habló de las pruebas que poseía. Todos guardaron silencio, dice.

"Claro que saben qué sucede, tienen equipos sofisticados para averiguarlo, pero entre ellos se cubren, y no saben que en la calle, en otros ámbitos, los mismos servidores públicos de abajo lo van filtrando, lo van comentando y uno se entera. El tercer joven secuestrado el mismo día que desapareció mi hijo, Connys Carlín de Alvarado, tuvo problemas y rencillas con un familiar del general Bermúdez y ahí inició todo. El error de mi hijo fue llevarse con él (Carlin)".

En una revisión de la agenda pública del gobierno de Duarte, Efraín Martiz encontró que el 14 de enero del año pasado –dos días después de que le entregaron el cuerpo de su hijo– el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, acudió a la Academia de Policía de El Lencero para entregar "reconocimientos". "Lo hizo en el mismo lugar donde estoy seguro que tuvieron secuestrado y donde torturaron y seguramente mataron a mi hijo", subraya molesto.

Frente a la inoperancia de las instituciones de seguridad y procuración de justicia en Veracruz, Martiz recurrió a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que emitió una recomendación para que la familia del cantante de La Voz México tuviera protección policíaca.

"Yo tengo un escolta asignado, mi esposa dos, mi hijo también tenía, pero ante su intento de suicidio y algunos mensajes que recibió en su celular, tratando de indagar que sabía él de lo que yo estaba investigando, decidí sacarlo del estado. Y aunque yo sigo persistente en exigir justicia, mi familia tiene miedo", admite.

Asegura que entregó a la CNDH todas las pruebas para comprobar las irregularidades en las investigaciones sobre la muerte de su hijo, pero el presidente del organismo en ese entonces, Raúl Plascencia Villanueva, nunca quiso pronunciarse al respecto.

El siguiente paso, advierte, es recurrir a la CIDH y a organizaciones civiles con nexos en la Organización de Naciones Unidas (ONU) para exponer el caso de Gibrán Martiz y solicitar asilo político en Panamá, pero sobre todo para "responsabilizar" al gobernador Duarte y al titular de la SSP de cualquier eventualidad que pueda ocurrirle a él, su esposa o su hijo.

Otros casos de tortura policial

Además del caso de Gibrán Martiz, en Veracruz hay denuncias de familiares de policías municipales, agentes estatales y parientes de exservidores públicos del gobierno de Duarte que aseguran que las policías Estatal y Ministerial "levantan", "torturan" y "desaparecen gente" (Proceso 1943).

Jacqueline Espejo, oficial del agrupamiento carretero de la SSP, fue "levantada" en octubre de 2013 por efectivos de la Policía Estatal Acreditable, quienes a bordo de la patrulla 1397 la golpearon y amenazaron de muerte.

En rueda de prensa, Espejo aseguró que durante cuatro días la tuvieron "secuestrada" en la Academia de Policía El Lencero. "Me dijeron que confesara la posesión de unos tabiques de mariguana, que sabían dónde vivían mis hijos y que no me quisiera pasar de pendeja".

En ese mismo levantón policiaco desapareció el taxista Andrés Aguilar, de quien hasta el día de hoy se desconoce su paradero. Un caso similar ocurrió el 11 de enero de 2013, cuando ocho policías municipales de Úrsulo Galván fueron reportados como desaparecidos y hasta la fecha nadie sabe donde se encuentran. Sus hermanas y padres enviaron una carta al presidente Enrique Peña Nieto, en la que aseguran que fueron policías estatales quienes lo "levantaron".

Otro caso es el de Deyanira Hernández, exjefa del departamento de Autorización de Crédito de la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan). En julio de 2013, acusada de un fraude por 1 millón 800 mil pesos, según el acta circunstanciada DAM-0100/2013, la exservidora pública fue presuntamente torturada por policías ministeriales mediante "toques eléctricos" en los pezones, abdomen y vagina para que se declarara culpable.

El pasado 24 de noviembre, en su comparecencia ante diputados locales, Arturo Bermúdez precisó que 3 mil 500 elementos policiacos de Veracruz fueron dados de baja por no aprobar los exámenes de control que ordena el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).

Los exámenes de la SNSP son "tan rigurosos", dijo, que policías con tatuajes, diabetes, pasados de peso o alguna otra enfermedad han tenido que ser "depurados", porque se necesita un "perfil adecuado" para mantenerse en la dependencia.

Los narco capturados durante el 2014

Los penales de máxima seguridad del Altiplano, en el Estado de México, y de Puente Grande, en Jalisco, tuvieron nuevos inquilinos del crimen organizado durante 2014.

Entre las capturas más importantes del año están las de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, El Chapo, líder del cártel de Sinaloa, y Vicente Carrillo Fuentes, El Viceroy, dirigente del cártel de Juárez. Otras organizaciones criminales.

Que tuvieron fuertes golpes en su estructura fueron los cárteles de los Beltrán Leyva, Arrellano Félix, Caballeros Templarios, Jalisco Nueva Generación, Los Rojos, La Familia, Los Zetas, del Golfo y Guerreros Unidos.

Estos fueron los capos más poderosos capturados en 2014:

Joaquín Archivaldo Guzmán Loera

El Chapo

Líder del cártel de Sinaloa.

Detención: febrero 22, en Mazatlán, Sinaloa. Estaba en un condominio con su esposa e hijas.

Preso: Penal del Altiplano, Estado de México.

Cargos: delincuencia organizada, delitos contra la salud, violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos y lavado de dinero.


Vicente Carrillo Fuentes

El Viceroy

Líder del Cártel de Juárez.

Detención: octubre 9, en Torreón, Coahuila.

Preso: Penal de Puente Grande, Jalisco.

Cargos: portación de arma de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas y delincuencia organizada.



Héctor Beltrán Leyva

El H

Líder del cártel de los Beltrán Leyva.

Detención: octubre 1, en San Miguel de Allende, Guanajuato. Comía con el empresario Germán Goyeneche Ortega en un puesto de mariscos.
Preso: Penal del Altiplano, Estado de México.

Cargos: portación de arma de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas y posesión de cartuchos y narcotráfico. Existen 29 averiguaciones previas de los fueros federal y común, además de tres órdenes de aprehensión libradas en su contra.



Luis Fernando Sánchez Arellano

El Ingeniero, 41 años.

Líder cártel de Tijuana.

Detención: junio 23, en Tijuana, B.C. Veía el partido de futbol México-Croacia en un restaurante.

Preso: Penal del Altiplano, Estado de México.

Cargos: lavado de dinero, narcotráfico, extorsión, secuestro y homicidio.



Sidronio Casarrubias Salgado

Líder de Guerreros Unidos

Detención: octubre, en la carretera México-Toluca.

Preso: Penal del Altiplano, en el Estado de México.

Cargos: delincuencia organizada y portación de arma de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas. Está vinculado con la desaparición en Iguala de 43 normalistas de Ayotzinapa.



Dionisio Loya Plancarte

El Tío, 59 años.

Líder de Los Caballeros Templarios.

Detención: enero 27, en Morelia, Michoacán. Se escondió dentro del clóset de una casa para evitar ser capturado.
Preso: Penal del Altiplano, en el Estado de México.

Cargos: violar la Ley Federal de Armas de Fuego de uso exclusivo del Ejército y las Fuerzas Armadas, delincuencia organizada y contra la salud. Además, se le vincula en 14 expedientes ministeriales por su probable participación en diversos hechos delictivos.



Ismael Zambada Imperial

El Mayito Gordo

Cártel de Sinaloa.

Detención: noviembre 12, en Culiacán, Sinaloa.

Preso: Puente Grande, Jalisco.

Cargos: delitos contra la salud, portación de arma de fuego y cartuchos de uso exclusivo de las fuerzas armadas.


Rafael Guadalupe Félix Núñez

El Changuito Ántrax

Los Ántrax. Cartel de Sinaloa.

Detención: noviembre 13, en Culiacán, Sinaloa. Estaba a bordo de un vehículo Nissan Sentra.

Preso: penal de Aguaruto, Sinaloa.

Cargos: delitos contra la salud y violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.



José María Chávez Magaña

El Pony

Líder de La Familia Michoacana en el Estado de México.

Detención: julio 1, en Pénjamo, Guanajuato.

Cargos: Se fugó del penal de Zitácuaro, Michoacán, en 2007, donde estaba preso por delitos contra la salud. Acusado de secuestro y extorsión.



Rubén Oseguera González

El Menchito o El Junior

Líder del Cártel de Jalisco Nueva Generación.

Detención: enero 30, en Zapopan, Jalisco.

Preso: Penal del Altiplano, Estado de México.

Cargos: arma de fuego y cartuchos de uso exclusivo de las fuerzas armadas, lavado de dinero y contra la salud.

Leonor Nava Romero

El Tigre, 45 años.

Líder del cártel de Los Rojos.

Detención: mayo, en Tecpan de Galeana, Guerrero. Viajaba en una camioneta.

Preso: Penal del Altiplano, en el Estado de México.

Cargos: delincuencia organizada, cohecho, delitos contra la salud, uso de documentos falsos y violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.



María Nava Romero

La Doña

Líder del cártel de Los Rojos.

Detención: marzo 5, en Santiago de Querétaro, Querétaro.

Cargos: delincuencia organizada.



Fernando Martínez Magaña

El Z16

Cártel de Los Zetas. Jefe de la plaza de Nuevo Laredo, Tamaulipas.

Detención: mayo 14, Monterrey, Nuevo León.

Preso: Penal de Puente Grande, Jalisco.

Cargos: delincuencia organizada, contra la salud y portación de armas y cartuchos de uso exclusivo de las fuerzas armadas.



Juan Manuel Rodríguez García

Juan Perros

Líder del Cártel del Golfo.

Detención: mayo 25, en San Pedro Garza García, Nuevo León.

Preso: Penal del Altiplano, Estado de México.

Cargos: delincuencia organizada con el fin de cometer ilícitos contra la salud, portación de armas de fuego y posesión de cartuchos de uso exclusivo de las fuerzas armadas.



Juan Fernando Álvarez

El Ferrari

Jefe regional de Los Zetas en la zona centro de Tamaulipas.

Detención: mayo 17, en Sabinas Hidalgo, Nuevo León. Iba a bordo de un autobús.

Preso: Centro de Readaptación Social número 11 de máxima seguridad, en Hermosillo, Sonora.

Cargos: delitos contra la salud y portación de arma de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas.



Juan Manuel Rodríguez Rodríguez

Jefe de Los Zetas.

Detención: junio 17, en Reynosa, Tamaulipas.

Cargos: homicidio, secuestro, extorsión, trasiego de drogas y violación a la Ley Federal de Armas de Fuego.



Ricardo Iván Santillán Trejo

Jefe de Los Zetas en el municipio de Mante e Hidalgo.

Detención: junio 15, en Mante, Tamaulipas.

Cargos: homicidio, secuestro, extorsión, trasiego de drogas y violación a la Ley Federal de Armas de Fuego.



Luís Jiménez Tovar

Cabeza de Marrano

Jefe de Los Zetas en Ciudad Victoria, Tamaulipas.

Detención: julio 3, en León, Guanajuato.

Cargos: secuestro y homicidio.

Eleno Salazar Flores

Pantera 6

Operador del Cártel del Golfo.

Detención: julio 24, en Reynosa, Tamaulipas.

Cargos: tráfico de personas, armas y drogas en el Cártel del Golfo.



Muertos

Nazario Moreno González

El Chayo o El Más Loco, 44 años.

Fundador de La Familia Michoacana y Líder de Los Caballeros Templarios.

Murió: marzo 9, en Tumbiscatio, Michoacán. Fuerzas especiales de la Marina y Sedena ubicaron a Nazario. Le ordenaron entregarse; sin embargo, éste se rehusó y comenzó a disparar contra el personal castrense. Murió en la balacera.

Enrique Plancarte Solís

Kike, 44 años.

Líder de Los Caballeros Templarios

Murió: marzo 31, en Colón, Querétaro. Caminaba por la calle cuando se percató de la presencia de fuerzas federales e intentó ocultarse; cuando le marcaron el alto respondió con balazos. Los oficiales repelieron la agresión y lo hirieron. Murió cuando era trasladado a un hospital.



Benjamín Mondragón Pereda

El Benjamón

Líder de Guerreros Unidos.

Murió: octubre 14, en Jiutepec, Morelos. Se suicidó después de una balacera contra fuerzas federales, los disparos cesaron hasta que el criminal negoció con los agentes para que dejaran salir de la casa a su novia embarazada. Cuando ella se fue, él se disparó en la cabeza.

Galdino Mellado Cruz

El Z-9, 41 años.

Segundo al mando y fundador de Los Zetas.

Murió: mayo 9, en Reynosa, Tamaulipas. Fuerzas federales ubicaron el escondite del delincuente. Desde el interior del domicilio fueron lanzadas granadas y disparos con armas de grueso calibre. Sujetos armados llegaron en varias camionetas y atacaron a los federales. Después huyeron.
Cuando los agentes entraron a la casa encontraron el cuerpo del integrante de Los Zetas.

“¿Quién vendió la cabeza del Chapo, rey de los narcos?”

¿Por qué deberíamos prestarle nuestra máxima atención a un líder de un cártel mexicano arrestado? Porque cuenta con más de un ministro y tal vez con más de un gobierno. 

La economía italiana más prolífica es la criminal, el capítulo más importante de esta economía es el narcotráfico, el capo mexicano arrestado hace un par de días es un líder en el tráfico de cocaína también en Europa, y por lo tanto es asimismo un líder de la economía italiana.

 Un sencillo silogismo. Muchos creen que conocen al Chapo. Lo imaginan como uno de tantos líderes criminales. E incluso en él opera el mecanismo mental habitual de creerse un criminal, un narcotraficante. Falso.

 En realidad lo que se sabe, si no se profundiza, si no se siguen los detalles, es sólo una puesta en escena. Los gobiernos europeos insisten en no ocuparse de los cárteles mexicanos hasta que —como ya está ocurriendo— sean los cárteles mexicanos los que se ocupen de Europa.

El Chapo, es decir "el bajito", llamado así porque es de pequeña estatura y rechoncho, es el líder del Cártel de Sinaloa, el grupo criminal-industrial mexicano que ha revolucionado el líder de la cocaína. El segundo al mando es Joaquín Archivaldo Guzmán Loera.

Lo sigo desde hace años, guardo noticia sobre él, escucho lo que dicen sobre él los periodistas mexicanos y estadounidenses, trato de entender los acontecimientos, las fugas, las debilidades. El Chapo se ha formado en la escuela de los mejores maestros, el Padrino Miguel Ángel Félix Gallardo, el hombre que trastocó los ejes mundiales del narcotráfico desde Colombia a México: los esfuerzos antidrogas de las autoridades colombianas, con el apoyo de Estados Unidos durante la era de Reagan, le dieron un duro golpe a los cárteles colombianos de Medellín y de Cali. Los colombianos, arrinconados, entendieron que era más conveniente confiar la distribución de la droga en EU a los narcos mexicanos —que hasta ahora eran meros medios de transporte— para reducir los riesgos que implicaba la entrega en Estados Unidos. Pero el que manda es el que distribuye, no el que produce. Así, los mexicanos se volvieron los nuevos padrinos mundiales de la droga, y el Chapo Guzmán fue pronto el más poderoso de los padrinos.

El Chapo tiene una visión clara de su tiempo: el mundo occidental no la hace, sus derechos están en contradicción con el mercado, y por ello comprendió que los países occidentales necesitan "territorios" sin leyes, sin derechos. México tiene la coca, Estados Unidos los consumidores; México tiene mano de obra a bajo costo, Estados Unidos la necesitan; México tiene miles de soldados, Estados Unidos tiene las armas. ¿El mundo está lleno de infelicidad? Aquí llega la respuesta: la coca. El Chapo lo entendió. Y así fue como se volvió rey. En el mundo internacional del narcotráfico el Chapo posee la autoridad mística del papa, que obtuvo con una campaña de consenso social que le ha dado autoridad, como a Obama, y tuvo la genialidad de ver nuevos espacios de mercado que lo transformaron en el Steve Jobs de la cocaína. Hipérboles que nos sirven para mostrar lo particular de su personalidad.

El Chapo sabe una cosa: la democracia es corrupción, y quien piensa lo contrario es un ingenuo. Todos son corruptibles; sólo es necesario encontrar el punto de inflexión. Paga y se te dará. En los países donde hay poca corrupción esto es posible porque resulta más conveniente la honestidad que la deshonestidad, pero el Chapo sabe que también allí llegará el momento en que todo esté en venta, hasta el alma y su propio hijo. Todo. Para estructurar su cártel emplea el modelo italiano, el modelo más eficiente del mundo en tema de mafia. Según la tradición de las familias calabresas, campañesas y sicilianas crea un grupo que confió a sus parientes o a gente de la sierra a quien conoce bien. Nombra un "consejero", recluta sicarios entre los ex militares capaces de usar armas pesadas: seriedad, profesionalismo, eficiencia. Estas son las características que se piden para trabajar en la organización del Chapo. También que seguir algunas reglas: nunca usar la violencia si no es necesaria y jamás ostentar la riqueza ganada, algo muy contraproducente. Siempre lo repetía el Padrino: para dominar hay que hacerlo desde las sombras. Y de hecho el Chapo permanece en las sombras y desde allí gobierna un imperio que crece en forma desmesurada. Viaja de incógnito. La gente empieza a contar que lo ha reconocido, pero es una vez en un millón. Mientras las mafias italianas comienzan a ser arrinconadas por las escuchas, el Chapo, que disfruta de la crisis económica, llegó a corromper al gerente de las compañías telefónicas para conseguir que las líneas que usaba en su cártel fueran imposbiles de rastrear. Para transportar la droga a EStados Unidos el Chapo y sus hombre emplean todos los medios disponibles: aviones, camiones, automóviles, cisternas y finalmente túneles subterráneos, su especialidad.

Su captura fue seguida en México con una emoción similar a la de una final del Mundial, y superior a la de una campaña electoral presidencial. El narco más buscado del mundo fue capturado, en compañía de uno de sus colaboradores, a las 6:40 hora local del 22 de febrero de 2014 en el hotel residencial Miramar, en el centro de Mazatlán, en el estado de Sinaloa, gracias a una megaoperación que llevó a cabo la Marina militar mexicana en colaboración con la DEA estadounidenses, en la cual se emplearon dos helicópetros y seis unidades terrestres de artillería, pero donde no se disparó una sola bala. El criminal fugado más peligroso de México, el hombre por cuya cabeza Estados Unidos ofreció una recompensa de 5 millones de dólares, se escondía en Sinaloa. Como los jefes italianos, un capo mexicano no se aleja del centro de su poder. Tal vez, en 13 años como prófugo, desde que se evadió de la cárcel de máxima seguridad de Puente Grande, no se ha movido de allí, de esa tierra que le dio grandeza y le ofreció protección. Todo nace allí, en Sinaloa, en la región noroccidental de México pero su imperio se prolonga mucho más allá de este estado atrapado entre la sierra y el Pacífico. En 2009 la revista Forbes lo incluyó en la lista de los hombres más ricos del mundo. El Chapo tenía inversiones exclusivamente financieras, porque como todos los jefes de la mafia del mundo confía en "las posesiones": casa, fábricas, terrenos. Y sobre todo usaba su dinero para alimentar una red de corrupción, indispensable para conducir sus asuntos tranquilamente. Tan tranquilamente que durante los primeros años de la década del 90 la DEA apenas conocía sobre su existencia. Y sin embargo, la cocaína, la marihuana, las anfetaminas, la mayor parte de las sustancias que los estadounidenses han fumado, inhalado y tragado durante los últimos 25 años han pasado por las manos de sus hombres.

La operación militar encargada de su capturas se puso en marcha el 13 de febrero: las fuerzas del orden consiguieron identificar varias casas en Culiacán, su fortaleza, donde el Chapo solía dormir. Él siempre fue un maestro para construir túneles para hacer llegar la droga a Estados Unidos, y esta habilidad le resultó útil también para esconderse: algunas de esas casas de hecho estaban unidas entre sí por túneles subterráneo. Parece que durante varios días los militares estuvieron a punto de atrapar al jefe, pero éste siempre consiguió escapar. En los últimos meses varios miembros del cártel de Sinaloa fueron arrestados: así de estrecho era el cerco al Chapo. A principios de la semana la policía efectuó una incursión en la casa de su ex mujer, Griselda López, donde encontró algunas armas y un túnel que iba a dar al drenaje. Eran los drenaje los caminos que el Chapo usaba para viajar de un lugar a otro de la ciudad, de túnel en túnel, de escondite en escondite.

Los que ha dejado a todos soprendidos es que el Chapo fuera sorprendido en una residencia de Mazatlán, es decir una ciudad, un puerto turísitico: no estaba escondido entre las montañas de la sierra, como muchos creían. Durante años aparecieron noticias de arrestos falsos o de un posible asesinato. Por eso el día del arresto nadie podía creer que de verdad hubiera ocurrido. En Twitter circulaban miles de mensajes: "¿De verdad será él?". Muchos no ocultaron su desilusión y su simpatía por el líder de Sinaloa, y muchos de estos mensajes estaban en inglés. Por ejemplo, se creó el hashtag #FreeChapo, liberen al Chapo. Estos mensajes nos hablan más sobre el estado real del mundo actual que muchos artículos y reuniones políticas. Todos piensan que el Chapo logrará seguir dando órdenes desde su celda. La última vez que fue capturado, en 1993, se le transfirió a la cárcel de máxima seguridad de Puente Grande (en el estado de Jalisco), que se transformó lentamente en su nueva base de operaciones, desde la que siguió dirigiendo sus asunto, mimado por sus compañeros de detención, los cocineros, los guardias de la cárcel y las prostitutas que lo visitaban con regularidad. En conjunto, para él no estaba mal "pasarla" en Puente Grande. Ocho años después, sin embargo, el Chapo ya no podía permitirse pasar más tiempo tras las rejas: la Corte suprema había aprobado una ley que facilitaba la extradición de mexicanos con cargos pendientes en las fronteras a cárceles estadounidenses. Su transferencia a una cárcel de Estados Unidos habría significado el fin.

Así que el Chapo eligió la tarde del 19 de enero de 2001. Uno de los guardias de la cárcel, Francisco Camberos Rivera, apodado 'El Chito" abrió la celda del líder del cártel de Sinaloa y lo ayudó a acomodarse en el carrito de la lavandería, lleno de trapos sucios. Lo condujo por corredores desatendidos y por puertas electrónicas abiertas de par en par, hasta que llegó al estacionamiento interno de la cárcel, donde había un solo hombre de guarida. Como en las mejores películas de acción estadounidenses, el Chapo salió del carrito y se introdujo en la cajuela de una Chevrolet Monte Carlo. El Chito lo arrancó y lo condujo hacia la libertad. El Chapo había pagado su fuga a punta de billetes dentro de la cárcel, pero gracias a esta fuga hollywoodense se convirtió en un héroe, una leyenda. Sólo había pagado 8 años de los 20 a los que había sido condenado, y ese día se convirtió en uno de los hombres más buscados, y no sólo de México.

La confirmación de la captura del Chapo fue casi tan emocionante como la captura misma. Al principio sólo se trataba de algunas indiscreciones no confirmadas: la noticia la difundió a las 9:54 la agencia Associated Press, que había recibido la primicia del arresto de un funcionario estadounidense que permaneció en el anonimato. Pero las autoridades mexicanas no la confirmaron por horas. Mientras tanto, las voces sobre el arresto del Chapo comenzaron a dispersarse por sitios de todo el mundo. Una conferencia d prensa anunciada por las autoridades mexicana para las 11:30, hora local, fue anulada por el secretario de Gobernación, cosa que llevó a pensar que la persona arrestada no era de verdad el Chapo. Pero comenzó a circular la foto de un hombre con el torso desnudo, con bigote, conducido por un militar vestido de camuflaje. Sí se parece a él, pero ya pasaron 13 años desde la última foto oficial, y tal vez se trate de alguien que sólo se parece. La espera de la confirmación de la captura del Chapo provoca que todos mantengan la respiración. A las 12:08 el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anuncia una nueva conferencia de prensa para las 13:00. ¿Desmentirán o confirmarán? Las dudas se despejan cuando a las 12:33 las autoridades mexicanas confirman a CNN la captura del Chapo. A las 13:20 su foto desaparece de la lista de más buscados de la DEA. Es la confirmación de Estados Unidos. Se adelanta unos minutos a la mexicana, que ofrece el presidente Enrique Peña Nieto, que con un tweet expresa su gratitud por el trabajo de las fuerzas de seguridad. En realidad es una autocelebración por el golpe más importante de inicios de su mandato. A las 14:04 un helicóptero de la policía federal aterriza frente a los periodistas reunidos en el hangar de la Marina. En una conferencia de prensa las autoridades ratifican lo que ya todo mundo sabe: el Chapo ha sido capturado. Explican dónde y cómo se produjo el arresto. El procurdor general de la república hace una lista de las personas arrestadas y de los bienes incautados: 13 personas, 97 armas largas, 36 armas cortas, dos lanzagranadas, 43 vehículos, 16 casas y 4 fábricas.

Pero falta sólo un detalle: el protagonista. Y aquí, a las 14:11, hace su entrada en escena: los fotógrafos le inmortalizan al cruzar la plaza para llegar en un helicóptero de la Policía Federal. Negros jeans, camisa blanca, el pelo y el bigote bien recortado. Parece un poco cansado y no se ve en absoluto arrogante, mientras los soldados de la Marina de guerra, de camuflaje, le sujetaban por los brazos, él bajó la cabeza.

No se hace ninguna presentación a los medios, sólo estas pocas imágenes para confirmar el arresto. A las 15:00 se da la noticia de que El Chapo se ha ingresado al penal del Altiplano, la cárcel que se encuentre en Almoloya de Juárez, en el Estados de México, pero no se puede excluir una inminente extradición a Estados Unidos. Las autoridades estadounidenses ya anunciaron que la solicitarán. Es lo que más temen los narcos.

Aquel que usa túneles para pasar coca y seres humanos a Estados Unidos tiene dos hijas con un pasaporte estadounidense en regla. En agosto de 2011 la joven Emma, ciudadana americana, dio a luz a dos gemelos que nacieron con toda tranquilidad en una clínica de Lancaster (cerca de Los Ángeles), seguida por la policía antidrogas que no podía hacer nada porque sobre la joven, en ese entonces de 22 años, no pesaban cargos. Estaba acompañada por los hombres del Chapo. Como única precaución, la joven dejó en blanco el nombre del padre sobre el acta de nacimiento de las niñas. Pero todos saben quién es. La crónica de la captura del Chapo es un acontecimiento que México recordará para siempre. Para el país, y no sólo para él, esta captura puede significar un cambio de época. No sólo porque la captura del chapo podría hacer esperar el inicio de una nueva época en la lucha contra los cárteles del narcotráfico, sino porque seguramente señala el fin de una época: la de los padrinos, la aristocracia del narcotráfico, de los cárteles basados —como la mafia italiana— en valores como el honor y la lealtad frente a sus miembros. Tal vez el Chapo es el último heredero de la vieja generación de narcos, que ahora abre paso a la nueva, la del "narco 2.0", de la violencia abusada y ostentada, tanto en la calle como en internet; el narcotráfico de los jefes que no duran más que unos meses, eliminados después por rencillas internas o por su propia arrogancia.

Tras la tan esperada confirmación, junto a los mensajes de alegría de las autoridades mexicanas y estadounidenses, sobre las redes sociales también aparecieron mensajes de personas comunes que veían al Chapo como un héroe, un benefactor, un dios mexicano. La reacción más difundida fue la incredulidad "El Chapo es demasiado listo para dejarse atrapar". También yo creo que es imposbile que el poder del Chapo, en un momento en que tiene tanta fuerza, pueda ser bloqueado por su arresto. Hay muchas hipótesis; tal vez decidió que era buen momento para dejarse capturar porque intuyó que es el único modo de que el cártel siga haciendo negocios, pues ahora es demasiado "relevante políticamente". O tal vez entendió que estaba por romperse un feudo: su fiel El Mayo había soltado —según algunas indiscreciones— una extraña declaración de inacción, afirmando que las nuevas generaciones del cártel de Sinaloa estaban a punto de tomar el poder. Es como decir: o les dejamos espacio o ellos se lo apropiarán. Tal vez que el Chapo se haya dejado capturar es una forma de hacerse a un lado sin que lo mataran. O tal vez es más simple y su gente lo vendió. El Mayo (que últimamente ha perdido a mucha gente) temía ser asesinado, se decía en voz baja. Algunos sostienen que el Chapo quería hacerlo arrestar para tener menos presiones sobre él, pero el Mayo se le adelantó. Los periodistas se esperaban la captura del Mayo, y en cambio llegó el Chapo. La única certidumbre es la ambigüedad. Resulta difícil cree que este arresto sólo sea fruto de una acción policiaca, porque, todos lo saben, en Sinaloa no sucede nada si no lo quiere el Chapo. El rey ha muerto, viva el rey.

Yo descuartizaba, decapitaba y degollaba junto al Z-40 en #NuevoLaredo

El Neto juró de todas las maneras posibles que él no era, que él nada había dicho a nadie de cómo era el ir y venir de coca, heroína y muertos por Nuevo Laredo.

Que él nada tenía que ver con "la contra", como Los Zetas se refieren a sus enemigos, más concretamente a todo quien tenga algo que ver con El Chapo Guzmán. Miguel Ángel Treviño había golpeado al Neto durante toda la noche. Horas antes, Heriberto Lazcano.

Entonces líder de los militares desertores hacia el narco, le ordenó reunir a todos los halcones de la plaza, los ojos y oídos de Nuevo Laredo. –Un cabrón está hablando. Le dicen El Neto, búscatelo –pidió a Treviño Morales El 40, afamado desde entonces, 2005.

Por su implacable capacidad para encontrar y levantar enemigos. Desde antes era temido y reverenciado por su crueldad.

Miguel Ángel Treviño era un L viejo o un cobra viejo, como en la nomenclatura zeta se llama a los miembros leales y antiguos del cártel, pero de origen impuro por no provenir del Ejército Mexicano.

Esta regla de oro en La Compañía sería una ley que El 40 desafiaría hasta convertirse en rey cruel.

El Neto juraba que él no lo había hecho, pero también ya estaba en un momento de la tortura en que podía decir cualquier cosa. Treviño y su estaca, una escuadra de hombres de distintos rangos diseñada a manera de una unidad militar, ya estaban cansados.

El silencio barría el paraje escogido a las afueras de Nuevo Laredo, cerca de un árbol.

Treviño Morales caminó hacia la camioneta blindada de su estaca y volvió con un enorme marro.

–¿A quién, hijo de tu pinche madre? –preguntó sobre el halcón, postrado en el piso.

El Neto balbuceó cualquier cosa, nada de utilidad para su vida.

El 40 se aferró al marro con ambas manos, tomó impulso y golpeó sobre la pierna derecha del vigía.

El hueso salió más rápido que el grito.

–Amárrenlo al árbol. Que se muera de dolor –pidió Treviño Morales, el hombre que gobernaría a Los Zetas y que fue capturado la madrugada del lunes pasado.

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la-vida-del-capo-perversoEn la mitad de la década pasada, Los Zetas habían resuelto su independencia del Cártel del Golfo.

Osiel Cárdenas Guillén, el hombre que compró su deserción, estaba preso desde 2003 y fue entregado en extradición a Estados Unidos en 2005. El Mata Amigos, como se le llamaba, no volvería a México. Al menos no vivo.

El bastón de mando fue reclamado por su hermano Tony Tormenta, pero Los Zetas, militares de élite entrenados por Estados Unidos, declararon su independencia. Despreciaban a Tony Tormenta desde el día que intentó hacer negocios a espaldas de su hermano Osiel.

La emancipación zeta precipitó la guerra aún vigente en Tamaulipas, Nuevo León y Veracruz, principalmente, con el Cártel del Golfo, organización que debió aliarse con su enemigo histórico, el Cártel de Sinaloa, para resistir el embate de su antiguo cuerpo de sicarios.

¿Cómo era Nuevo Laredo, la ciudad de sangre, dólares y coca tomada y refundada alrededor suyo por Los Zetas hasta erigirla como su capital?

El santo y seña de la vida y muerte de esa ciudad fronteriza lo dio un hombre que desertó del ejército para convertirse en policía, de la policía para hacerse zeta y de Los Zetas para volverse informante a resguardo de las autoridades.

Este hombre, Karen, ofreció tres amplias declaraciones el 27 de septiembre de 2005 y el 15 de abril y 5 de julio de 2007. Los testimonios quedaron vertidos en la causa penal 97/2007 instruida por el Juzgado Octavo de Distrito en Reynosa, Tamaulipas.

SinEmbargo posee copia del documento completo.

El de Karen no es un relato cualquiera. Es el de uno de los hombres que levantó, torturó y asesinó al lado de Miguel Ángel Treviño, cuya vida debió cuidar como la máxima de sus prioridades.

Su narración posee otra condición: la vida implantada por el narco y por él descrita permanece vigente en Nuevo Laredo, la Capital Zeta.

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Karen –esa afición de la Procuraduría General de la República por nombrar a sus testigos protegidos con pseudónimos de mujer– causó alta de julio o agosto de 1994 en el Ejército Mexicano como soldado raso de infantería.

Fue asignado al 65 Batallón de Infantería con sede en el Campo Militar Número Uno, en la Ciudad de México. Siempre quiso ser militar. Le venía en la sangre, aseguraba cuando alguien le preguntaba por qué vivir con la vida comprometida. Un tío suyo fue fusilero paracaidista y varios de sus primos estaban repartidos en todas las armas.

Pronto vio que Ejército no le resolvería la vida y desertó. Volvió a Veracruz, su casa, en agosto de 1995, y se enroló como policía municipal. Trabajó como uniformado hasta 2002, cuando se metió en algún problema con la ley y, con su mujer y sus dos hijos, tomó camino hacia Nuevo Laredo donde vivía un cuñado suyo.

Sin saberlo todavía, la vida de Karen quedaría amarrada para siempre a la de Miguel Ángel Treviño, El 40.

Karen se empleó en una fábrica de alambre hasta que se topó con la convocatoria de ingreso a la Policía Municipal de Nuevo Laredo. Como si el pasado no existiera, el desertor y prófugo pasó sin mayor problema el trámite de los exámenes y, para agosto de 2003, nuevamente portaba charola y arma de cargo.

Su jefe de grupo, Crescencio Astorga Castañeda, fue al grano.

–¿Quieres ganar un dinero más, para salir de perra flaca?

–¿Qué necesito hacer?– se interesó Karen.

–Revisiones de carros y personas que nos indiquen Los Zetas.

Karen aceptó un sueldo extraordinario de 300 dólares quincenales pagados por Pedro Chávez, comandante del Grupo Operativo Policiaco que recibía el dinero del Talibán. "Estaba involucrado el 90 por ciento de los policía municipales de Nuevo Laredo", diría Karen.

El trabajo consistía en identificar cargamentos de droga que no fueran propiedad de Los Zetas, alertar a sus sicarios de la presencia de extraños en el pueblo, vigilar las casas de seguridad de sus jefes narcotraficantes. Apoyar a los halcones, el otro cuerpo de vigilantes vestidos de civil apostados en las entradas y salidas de Nuevo Laredo, los alrededores del cuartel militar, el Puente Internacional y el Aeropuerto. Advertir de los operativos militares, de la PGR o de cualquier otra autoridad.

Detener sospechosos y entregarlos ante la verdadera autoridad en esa ciudad tamaulipeca, Los Zetas. Rara vez los veían nuevamente.

En otras ocasiones, relató Karen, él y sus compañeros uniformados de azul rescataron Zetas heridos en accidentes o caídos en tiroteos en los que se alineaban en la misma línea de fuego desde la que combatían sus patrones.

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En febrero de 2004, Karen tomó vacaciones y volvió a su pueblo en Veracruz. Nuevamente tuvo problemas legales y volvió a Nuevo Laredo hasta junio de ese año. Había causado baja de la policía municipal y buscó a un amigo suyo, policía en funciones, quien le consiguió nuevamente empleo en la ciudad, ahora francamente en el lado de Los Zetas.

Quedó a las órdenes de Daniel o El 52, hermano del Talibán, uno de los principales comandantes de la ciudad fronteriza. Karen quedó comisionado en las tiendas de cocaína y heroína de Nuevo Laredo. Estos negocios tienen el nombre clave y genérico de "punto" y a cada uno se le asigna una denominación específica, casi siempre un color: punto rojo, punto negro, punto puma, por ejemplo.

Los Zetas dividían o dividen la jornada laboral en dos horarios: el diurno, de ocho de la mañana a la medianoche, y el nocturno, de las 12 de la noche a las ocho de la mañana. Karen surtía de droga y recolectaba el dinero de las tiendas durante las noches.

¿Es el narcotráfico y su andar en el filo de la navaja un negocio exclusivo de hombres tan acaudalados que por fuerza de su riqueza deben ser excéntricos? Karen, ex soldado, ex herrero y ex policía obtenía una paga semanal de entre mil 500 y 2 mil pesos.

Además auxiliaba en la confección y empaque de pases, manufactura hecha en la oficina de un hombre identificado en el expediente como El Meño o El Tira, ubicada a un lado del Palacio Municipal.

En este lugar pesaban, cortaban y empacaban la droga para el consumo local. En el sitio trabajaban de manera permanente dos "cortadores", responsables de cortar pedazos de papel aluminio y cuatro sujetos con el cargo de "maquiladores" o "pesadores".

La cocaína se liaba en dosis de 0.3 gramos y la heroína en suministros de 0.1 gramos. Los paquetes recibían el nombre de "pizzas".

La maquila estaba completa con un "checador", encargado de verificar el correcto pesaje de los bultitos y de que los empleados no robaran nada.

En el establecimiento del Meño o El Tira se procesaban entre dos y tres kilos de coca y entre uno y dos kilos de heroína por día, droga que La Compañía, como también se llaman Los Zetas a sí mismos, entregaba diariamente al responsable de la fábrica.

Cada ciudad con presencia zeta cuenta con un informante, quien suele tener un historial judicial limpio y relaciones públicas; un contador, a quien corresponde la operación administrativa de la plaza, incluida la paga de empleados y autoridades corrompidas, y un jefe de sicarios.

Karen platicó al Meño su pasado como policía y, más importante, como soldado. Los Zetas guardan particular aprecio por los militares desertores, como lo son ellos. De ahí una parte del conflicto surgido al interior del cartel tras la muerte de Heriberto Lazcano. El Lazca o Z-3 perteneció al Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, no así Miguel Ángel Treviño, quien al final logró imponerse como el sucesor al mando de Los Zetas.

El Meño pidió a Karen ir de parte suya a la gasolinera identificada por Los Zetas como "Caballero" por estar al lado de la calle de ese nombre, cerca del puente de la entrada a Nuevo Laredo y de la agencia cervecera Corona, a la que narcos-militares llaman "La Coronela".

Cuando Karen llegó al sitio ya había varios vehículos y hombres en actitud de espera y vigilancia. Explicó que buscaba al 50 y dijo quien lo enviaba. Un tipo con actitud de autoridad le preguntó sobre su formación militar y policíaca. Le detallaron que La Compañía mantenía su formación y disciplina miliar, que los castigos eran duros, pero la paga era buena. Su sueldo en adelante sería de 200 dólares semanales. Si su rendimiento era el esperado, la paga subiría a 500 dólares por semana.

"Lo más importante es la lealtad porque y traición se paga hasta con la muerte de la familia", le advirtieron.

Karen aceptó las condiciones. El sujeto que lo entrevistó caminó hacia una camioneta Jeep Grand Cherokee dorada y habló con un tipo sentado atrás del auto. El vehículo arrancó y se acercó al futuro testigo colaborador. Se abrió la portezuela y un hombre robusto, güero y en el primer tramo de sus 30 repitió las instrucciones, amenazas y promesas. Era El Talibán, Cobra o L-50, uno de los dueños de Nuevo Laredo en ese tiempo.

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los-detenidosLos Zetas trabajan con la seguridad de que sus teléfonos están intervenidos. Con la idea de enredar las escuchas se referían entre ellos como "licenciados", "ingenieros" y "maestros". Karen recibió la orden de "un licenciado" de presentarse en la calle Héroes de Chapultepec.

Ya lo esperaba Daniel, El 52 o El Talibancillo, hermano del jefe de la plaza. Le ordenó subir a su estaca que, a semejanza de una escuadra del ejército, se compone de un vehículo tripulado por cuatro o cinco elementos, distribuidos jerárquicamente.

El "comandante" suele ser un zeta viejo o un cobra viejo. Esta diferencia estriba en el origen militar, para el primero, y civil, para el segundo. Ocupa el sitio del conductor. El lugar del copiloto corresponde a un zeta nuevo o un cobra nuevo o un kaibil, soldado desertor de las fuerzas especiales guatemaltecas. El asiento de atrás corresponde a dos o tres miembros de menor jerarquía.

Karen subió a una camioneta Suburban café y roja con placas de Texas y blindaje siete, el máximo para vehículos civiles en ese tiempo.

Condujeron al punto del Talibancillo, como en el código zeta se llama a la casa de seguridad de cada comandante, una vivienda alquilada de la que es posible huir sin mayor rastro. En ese tiempo, este comandante tenía su cuartel en el fraccionamiento Vías de San Miguel, rumbo de la carretera Anáhuac. El sitio, como los demás "puntos", era centro de acopio de drogas, dinero y armas.

En el interior de la casa, El 52 entró en una de las recámaras y volvió con dos uniformes nuevos de color negro compuestos por botas tipo Swat, pantalón de campaña, camisola, sombrero de lona y chaleco táctico. Karen recibió además un fusil R-15 con cuatro cargadores abastecidos. Salieron en camionetas hacia un chorro, como Los Zetas llaman a los ranchos en alusión a que la mayoría cuenta con un arroyo de agua. Arribaron a un sitio conocido como El Bayo, en la salida de Nuevo Laredo a Piedras Negras.

Había 30 o 40 personas y siete u ocho camionetas. Entre ellos estaba Miguel Treviño con su estaca. La reunión fue presidida por El Pita y El Mateo. La reunión tuvo como único propósito la presentación de cuatro nuevos L, entre ellos Karen a quien en ese momento apodaron El Gori.

Sin mayor ceremonia, los narcotraficantes volvieron al trabajo.

El tiempo era ocupado en buena medida en recorrer la ciudad. Merodearla, buscar gente o casas de la contra. Las casas eran reventadas, allanadas previa autorización de Heriberto Lazcano. El hallazgo de drogas o armas ameritaba la captura de los ocupantes y su presentación en uno de los dos puntos de tenientes, sitios de detención, tortura y ejecución.

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Karen o El Gori realizó estos recorridos entre principios de septiembre de 2004 y mayo de 2005. Durante ese tiempo perteneció, sucesivamente, a todas las estacas de Nuevo Laredo. Tras dejar el grupo del 52, quedó a las órdenes de otro comandante apodado Lucky, luego de Mateo –especialista en explosivos y zeta fundador– y, finalmente, de Miguel Ángel Treviño, "durante este tiempo eran los únicos dueños de Nuevo Laredo".

La rotación en las estacas es una práctica zeta. Guarda el propósito de mostrar a los reclutas las diferentes formas de trabajar y la lección fundamental de mantener lealtad ante la organización en su conjunto y no hacia algún comandante en específico.

A fines de octubre de 2004, Los Zetas de Nuevo Laredo levantaron a un hombre joven, de unos 18 años de edad. Bebía cerveza en el Señor Frog's y tenía en el estacionamiento una pick up con 40 kilos de cocaína que llevaba desde Navolato, Sinaloa. Lo llevaron a un "punto" cercano a la plaza de toros donde lo interrogaron. El muchacho admitió trabajar para Joaquín El Chapo Guzmán. Heriberto Lazcano ordenó ejecutarlo en un chorro. Pidió que lo asesinaran con discreción, que usaran una pistola calibre .22.

Llevaron al joven al borde de una excavación para la basura. El Lucky lo arrodilló y disparó una sola vez en la nuca. El Gori y otro nuevo integrante de la banda levantaron el cadáver y lo acercaron a un barril metálico de 200 litros con agujeros cerca de la base. El trabajo, en adelante, sería de dos cocineros o guisadores.

–¡Que lo hagan ellos! –ordenó el comandante Mateo y señaló con el gesto al Gori y otros tres hombres.

Como detalle biográfico de Mateo se debe decir que fue el militar designado por el Ejército para vigilar que los miembros de las fuerzas especiales, desplegados a fines de los noventa en la frontera para detener el avance del narcotráfico no se entregaran a este. No sólo ellos lo hicieron, sino que lo hicieron junto con Mateo, un hombre rudo y pendenciero.

"Bañamos el cuerpo con diesel y le prendimos fuego, indicándonos los 'cocineros' que, cada minuto, aproximadamente, le echáramos más combustible para mantener la flama. Mientras, picábamos el cuerpo con una pala de mango largo para deshacerlo y quemarlo más rápido. El tiempo que tarda un cuerpo en reducirse a cenizas es de cuatro horas, pero si se pica frecuentemente, puede durar sólo dos horas y media. El cuerpo se consumió totalmente y quedó una cantidad muy pequeña de cenizas que, junto con los toneles, fueron enterrados por los cocineros", describió El Gori, en ese momento bajo las órdenes directas del Lucky.

Siguió la asignación en el comando de Mateo, ocupado en reventar casas, beber alcohol, fumar marihuana y alquilar prostitutas, en ese orden de importancia.

"Enseguida trabajé para la 'estaca' de Miguel Treviño El 40, quien se dedica casi exclusivamente los levantones. Es muy sanguinario, muy proclive a matar gente, la cual era 'cocinada' por los mismos 'cocineros' en una bodega vacía, ubicada entre los kilómetros 10 y 14 de Nuevo Laredo a Reynosa. Ahí sólo debe haber tambos y diesel".

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En ocasiones, Los Zetas de Nuevo Laredo tomaban un descanso obligado de ocho o 10 días. De vez en cuando, "la leyenda" o "la ley", casi siempre la PGR y el Ejército aparecían, derribaban puertas, interrogaban a quien supusieran era un rufián y dejaban la ciudad patas para arriba.

Sicarios y contrabandistas abandonaban los puntos sin armas y, de dos en dos, salían de la ciudad en autobús, táctica que el propio Lazcano utilizaba con frecuencia. O viajaban con la familia completa. Se dirigían al municipio de Valle Hermoso, Tamaulipas, plaza escondite del Lazca. Entonces la cofradía de matones se repartía en las casas rentadas por La Compañía.

Hacia marzo o abril de 2005, la estaca de Miguel Ángel Treviño recibió noticias de algunos hombres con armas y cocaína, pero sin permiso de Los Zetas. Eran los restos de una banda llamada Los Texas. Treviño poseía todos los contactos en la ciudad. El 40 conocía perfectamente Nuevo Laredo. Nació ahí en 1970. Guiados por policías bajo su sueldo, los hombres del 40 fueron recibidos a balazos. Los ex militares se distribuyeron entre los autos y respondieron el fuego. Hirieron a uno de Los Texas y detuvieron a otro antes de que entrara a la casa. Lograron el asalto del sitio, pero no encontraron nada. Debieron volver con un hombre temblando de miedo y otro con los intestinos de fuera.

Cuando los subieron a la camioneta escucharon a Omar Treviño, Z-42, a través del radio, gritar por ayuda. Estaba en medio de una refriega con agentes de la Policía Estatal.

–¡Voy atrás de ti! –escucharon a Mateo.

–¡Nomás son tres pinches patrullas! ¡Jálense para acá! –instruía El 42.

En el camino, el grupo Miguel Ángel Treviño se encontró con la estaca del Pollo, también en dirección al enfrentamiento.

La Cherokee de Omar Treviño, hermano de Miguel Ángel, estaba con las llantas reventadas y el frente impactado contra un poste. Mateo, con su vehículo utilizado como barricada, y detrás de Omar, apoyaba en la desventaja. Cuando llegaron los dos grupos de refuerzo, los policías estatales cesaron el combate y se mantuvieron bocabajo.

Los Zetas avanzaron hacia El Flaco, un hombre de la estaca del 42, con dos tiros en la espalda y huyeron.

Por el radio, los halcones no paraban de repetir que tenían al Ejército a nada de sus talones. Llevaron al Flaco al Centro de Especialidades de Nuevo Laredo y lo abandonaron en la entrada de la sala de urgencias. Continuaron a la salida a Reynosa y se internaron en el monte. Esperaron órdenes de Lazcano.

–¡Equípense, reagrúpense y rescaten al Flaco aunque se tengan que partir la madre con el Ejército! –exigió el jefe zeta.

A punto de partir hacia la clínica, Lazcano reapareció por el radio.

–Déjenlo por la paz. No tiene caso arriesgar más vidas. Si El Flaco está grave, mejor muévanse para la base –pidió.

Los hombres repartieron las camionetas y el equipo con personas de confianza. Vistieron de civil y salieron de Nuevo Laredo.

Antes, Miguel Ángel Treviño entregó a los dos hombres de Los Texas, el moribundo y el muerto de miedo. Los dejó con los "cocineros" y, junto con El Gori, continuó su camino hacia Valle Hermoso.

***
"Nuevo Laredo está muy caliente. Aguántense unos días aquí. Van a estar en 10", pidió Lazcano en persona y en referencia a que los hombres harían adiestramiento.

Cinco días después, Lazcano consideró que el clima había mejorado en Nuevo Laredo y ordenó el regreso de Miguel Ángel Treviño con su grupo. Les comisionó el secuestro de algunos de Los Texas y de un halcón que, según Los Zetas, filtraba información al Cártel de Sinaloa.

Viajaron durante la madrugada de ese mismo día. Llegaron al retén de la entrada de Nuevo Laredo y continuaron a pie por el cerro para burlar el cerco militar. Recuperaron las camionetas encargadas en una gasolinera y obtuvieron nuevo armamento entregado por un hombre de confianza de Miguel Ángel Treviño. El arsenal oculto en la cabina de un tráiler incluía chalecos antibalas, granadas de mano, escopetas calibre 40 milímetros, lanza granadas, fusiles R-15 y pistolas.9mm.

Ya equipados, volvieron al campo. Esperaron el resto de ese día y todo el siguiente por instrucciones. A la medianoche, recibieron la orden de convocar inmediatamente a todos los halcones. Citaron a los vigías en la gasolinera de la salida de Nuevo Laredo rumbo a Piedras Negras, Coahuila.

–¿Quién es El Neto? –preguntó Treviño al grupo de hombres perplejos.

El Neto no tuvo más opción que identificarse. El 40 pidió al resto que dejaran el lugar y pidió al soplón quedarse para una comisión. Apenas quedaron solos en la estación de servicio, Treviño solicitó a sus gatilleros que esposaran al halcón.

"Llevamos al Neto a un paraje. El 40 interrogó a Neto sobre la información que se decía proporcionaba. Neto negó que pasara información. Entonces El 40 le pegó con un marro en la rodilla derecha y se la fracturó, dejándolo sin atención médica para que se muriera de dolor. Al día siguiente, Neto amaneció agonizando. El 40 ordenó que lo amarráramos a un árbol. Ahí lo dejamos a su suerte", relataría El Gori bajo el pseudónimo de Karen.

Volvieron a la ciudad. Un informante de Treviño los condujo a la guarida de Los Texas. Los capturaron sin mayor problema y los llevaron al mismo terreno en que estuvieron horas antes. El Neto ya había muerto. Quizá sólo fueron ahí para que sus rivales en el tráfico de drogas, secuestro, extorsión y trata presintieran su destino. Pero no lo cumplieron ahí. Volvieron a Valle Hermoso y los entregaron con vida a Lazcano, un hombre que entre sus apodos tuvo el de Verdugo.

–Denles cinco días de vacaciones y 500 dólares a cada uno –reconoció Lazcano los servicios de Treviño y su estaca.

***
El entrenamiento de Los Zetas estaba hecho a imagen y semejanza del impartido a los militares de fuerzas especiales. Por esto es que Los Zetas admiran a los kaibiles guatemaltecos, hombres que sobreviven a uno de los entrenamientos más duros en el mundo.

Los expedientes relacionados con el cártel incluyen relatos de hombres ahogados por cansancio en una práctica de natación ante la mirada reprobatoria de un instructor. O ejecuciones instantáneas por actos de insubordinación. O suicidios por miedo puro.

A principios de junio de 2005, durante un adiestramiento físico en una cancha de Valle Hermoso, el comandante Mateo ordenó al Gori realizar 600 lagartijas como castigo por llegar a tarde a la formación. El hombre logró hacer únicamente 100 flexiones antes de desplomarse.

–Ya no puedo –suplicó El Gori.

–¡Me vale madres y vuelves a empezar! –bramó Mateo Díaz López, a quien también le tocaría turno de hablar ante el Ministerio Público.

El Gori se incorporó y, en un descuido, dio la espalda a Mateo.

–¡¿Te me rebelas hijo de tu pinche madre?! –rugió el comandante zeta y de inmediato levantó su fusil R-15. Caminó hacia El Gori y le disparó en el codo derecho.

–¡Perdón! ¡Perdón! –suplicó el sicario.

–¡Si quiero te mato! –gritó Mateo.

Los demás hombres intervinieron y Mateo aceptó bajar el arma. Obligado a reportar cualquier incidente con Lazcano, le mintió por radio diciendo que se trató de un accidente. El Verdugo quiso cerciorarse personalmente del estado de la tropa y se apersonó en la cancha de básquetbol del pueblo. Escuchó la versión del incidente.

–Dar la espalda a un superior es señal de desobediencia que se paga con la muerte –sentenció Lazcano, quien mostró algo parecido a la benevolencia y ordenó que llevaran al Gori a atenderse con un médico al servicio del cártel.

El Gori recibió la prescripción de dos meses de reposo y un obsequio de mil dólares, además de su sueldo regular. Volvió a Veracruz con la consigna de reportarse dos veces al día con Miguel Ángel Treviño.

–Ya deja de tirar la hueva y concéntrate en la base –ordenó El 40 al Gori.

Adolorido de todas las formas en que un hombre puede estarlo, El Gori volvió a Valle Hermoso. Le ordenaron seguir a Treviño y asistirlo en la toma del Puerto Lázaro Cárdenas, en Michoacán. Se le debía arrancar la plaza a Los Beltrán Leyva, entonces aliados y principal grupo de fuerza del Chapo Guzmán.

La avanzada de Los Zetas a Michoacán se hizo con dinero. De acuerdo con las declaraciones valoradas por el juez, los ex militares repartían hasta 50 mil dólares a cada uno de los funcionarios de la Policía Federal, de la Agencia Federal de Investigaciones y de la Policía Municipal de Lázaro Cárdenas.

Antes del asalto a Lázaro Cárdenas, instruyó Lazcano, la estaca de Treviño debía secuestrar a Arturo Beltrán Leyva en Zihuatanejo. Fueron al puerto de Guerrero, pero no encontraron al Barbas, sino a un grupo de hombres jóvenes a quienes engañaron presentándose como policías federales y luego los ejecutaron.

"Regresamos a Lázaro Cárdenas. Horas después nos enteramos que uno de los sujetos que matamos era hijo de Arturo Beltrán Leyva y que poco después de que no retiramos del lugar llegaron 30 camionetas con gente de La Barbie, quienes se llevaron los cuerpos".

Cosas de la vida, pragmatismo de los negocios. La traición del Chapo a los hermanos Beltrán Leyva empujaría a que Arturo pactara una coalición con Lazcano y Miguel Ángel Treviño contra el Cártel de Sinaloa.

Los Zetas fracasaron en la toma de Lázaro Cárdenas. La Familia Michoacana, primero, y los Caballeros Templarios después, mantuvieron la resistencia de ese puerto clave para el ingreso de precursores químicos para la producción de metanfetaminas.

Al poco tiempo, el gobierno detuvo a varios zetas, entre ellos al Gori. Con el brazo tieso y herido de todas las formas en que un hombre puede estarlo, el ex soldado, ex herrero y ex policía habló. Habló tanto que al final ya también era un ex zeta. Y ya no era El Gori, sino Karen.

Y dio los detalles del ir y venir con coca, sangre y policías por Nuevo Laredo, la Capital Zeta. *

Un narco que los Zetas le temían...

La muerte de Nacho Coronel pasmó a los tapatíos. Nadie tenía claro si se trataba de una buena o de una mala noticia.

El jefe de la plaza, el hombre fuerte del Chapo Guzmán en Guadalajara, el que nos protegía de la llegada de los Zetas, el intocable, había sucumbido tras un operativo del Ejército Mexicano que irrumpió en la casa del capo en Colinas de San Javier, una colonia de clase alta y grandes caserones.

La noticia se corrió de boca en boca con una mezcla de morbo y miedo. Cada uno le iba agregando un poco para hacerla más interesante, más alarmante, más fuerte. Una hora después de confirmado el deceso, el presidente Felipe Calderón aterrizó en Guadalajara.

Para inaugurar el estadio Omnilife, la nueva sede de las Chivas, el equipo más popular de México. El orgullo estaba a flor de piel: el "mejor estadio del mundo" para el "mejor equipo del mundo". La noche del 29 de julio de 2010, Guadalajara era una estampa viva de su eterna contradicción: la ciudad pujante, echada para adelante, la que presumía ser, en ese momento, una de las más seguras de México y Latinoamérica tenía miedo y orgullo.

En las redacciones de los periódicos, ambas notas competían por la cabeza. La muerte de uno de los narcotraficantes más buscados del país frente a la inversión privada más importante de la historia de la ciudad. La caída de "San Ignacio protector", el que nos había vendido la idea de que Guadalajara era segura porque él era el factor de estabilidad de la violencia, frente a la consagración del "Templo Mayor" del Rebaño Sagrado. La nota que irrumpe, que traspasa como una bala de alto poder amenazando la tranquilidad de la ciudad frente a la nota esperada, la que no sorprende pero sí enciende el orgullo local.

Ignacio Coronel llegó a Guadalajara de la mano de Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos, a principios de los años noventa. Coronel se había convertido en uno de los hombres de confianza del gran introductor de cocaína a Estados Unidos y jefe del cártel de Juárez. En Guadalajara, una plaza disputada por los cárteles de Sinaloa y Tijuana, el Señor de los Cielos había logrado sumar a sus filas nada menos que al jefe de la XV Zona Militar, el general Jesús Gutiérrez Rebollo. Junto con Juan José Esparragoza, el Azul, Coronel trabajó la plaza de Guadalajara para el cártel de Juárez y consolidó el negocio de las metanfetaminas. En 1993, Nacho cayó de la gracia de el Señor de los Cielos y fue detenido en Sinaloa con un cargamento de droga. A los pocos días salió libre gracias a la intervención de un abogado enviado desde Guadalajara por la mano derecha de Guzmán Loera: el Mayo Zambada. Meses después, el comandante que lo detuvo fue asesinado, y Nacho se unió a las filas de Sinaloa.

Fueron años de cambios acelerados en las mafias de la droga en Guadalajara. El asesinato del cardenal Posadas llevó a Joaquín el Chapo Guzmán Loera a la cárcel y convirtió a los Arellano Félix en el cártel más perseguido. La muerte de Amado Carrillo durante una operación de cirugía plástica y el rápido ascenso y caída del general Gutiérrez Rebollo, quien fue nombrado zar antidrogas y luego aprehendido por sus ligas con el cártel de Juárez, cambió radicalmente la situación de la Perla Tapatía; vinieron los mejores años para la seguridad en la ciudad y también para Ignacio Coronel, que se convirtió en el King of Ice (el rey del cristal).

Tras la fuga del Chapo Guzmán de la prisión de Puente Grande en 2001, Coronel participó en la reunión de capos en la que se creó la llamada Federación, el primer intento de unificación de un gran cártel. Nacho Coronel se quedó con el negocio de matanfetaminas y el control del puerto de Manzanillo y los estados de Colima, Jalisco y Nayarit. Tres años después, la Federación se rompió en una cruenta guerra interna que ganaron el Chapo y sus aliados, entre ellos el Mayo Zambada, el Azul Esparragoza y Nacho Coronel.

Con la plaza bajo control y el negocio al alza, el poder de Coronel floreció. Era el operador de confianza de Guzmán y tuvo infiltradas las instituciones policiacas y de justicia en Jalisco. Mientras que en decenas de ciudades de México la seguridad se salía de control y el crecimiento de los Zetas destrozaba la tranquilidad de plazas como Monterrey, Aguascalientes, Torreón y Cuernavaca, Guadalajara vivió su mejor momento. El mito de que los Zetas no entraban a Jalisco y Colima porque Nacho Coronel mandaba en esta plaza creció a gran velocidad y pasó de ser un rumor entre la fuente policiaca a una "gran verdad" creída y difundida por las clases medias y altas de la ciudad: Nacho nos protege a todos; él tiene un mejor sistema de espionaje que la policía, y les pasa el pitazo cuando vienen los Zetas; cuando pasa Nacho Coronel, los policías lo escoltan; dicen que vive en Colima y se le vio en una boda con el gobernador; no es cierto, deciden otros, vive en Guadalajara a todo lujo; el Chapo se vino a vivir a Puerto Vallarta porque aquí lo protege Nacho... Su poder crecía al mismo ritmo que los mitos y los rumores.

La fiesta se acabó en abril de 2010, cuando en el hotel Green Bay, de Riviera Nayarit, un comando vinculado a los Zetas capturó y mató a Alejandro, uno de los tres hijos de Coronel, de sólo dieciséis años. Nacho perdió el control. La venganza marcó los últimos meses de su vida. Ejecutó a todos los que habían participado en el secuestro y muerte de su hijo y fue hasta Hermosillo para secuestrar a la esposa de Héctor Beltrán Leyva, el H, pero tres semanas después decidió regresarla viva con mensajes que aludían al respeto que se debía tener por las familias.

La suerte del capo cambió. Las murmuraciones ahora señalaban que venían por él. Cuando se veían militares o marinos en la ciudad, de inmediato corría el rumor de que había detenido a Nacho Coronel. El capo sabía que su hora había llegado. Los últimos quince días no salió de la casa de Paseo de los Parques, en Colinas de San Javier, donde estaba resguardado. Hasta ahí llegaron los militares la tarde del 29 de julio de 2010. Cerraron las calles, tomaron las casas vecinas y fueron por él. Hubo balacera y detonaciones de granadas.

Una bala en el tórax y otra en el abdomen acabaron con el capo, pero no con los mitos. La falta de una foto del cuerpo abatido en la casa donde fue capturado generó de inmediato el rumor de que en realidad no estaba muerto. El miedo se apoderó de los tapatíos, los rumores de venganzas por la muerte de Coronel y de que los Zetas tomarían la ciudad corrieron de inmediato. En silencio, Guadalajara lloraba la muerte de "su protector".....

Estampa I
La casa de Paseo de los Parques
Cuando quisieron entregar la casa de Paseo de los Parques a un centro de investigación estaba semidestruida: los lavabos y escusados arrancados, algunos vidrios rotos, los pisos levantados. Había aún huellas de los antiguos moradores: cuadernos abiertos con la tarea a medio hacer, libros de escuela, juguetes, cobijas y almohadas; un tejido aún ensartado en las agujas con el estambre ya pardo por el polvo, todo tal como quedó el día de la huida, como si la vida cotidiana se hubiera congelado en el momento del pitazo. "¡Sálganse que vienen por ustedes!". Había también huellas de los nuevos moradores, los judiciales que cuidaban la casa incautada: botellas de brandy vacías, cajas de pizza en el suelo, refrescos a medias en los rincones, revistas malas, pésimas y pornográficas.

Esta y otras propiedades incautadas al Azul Esparragoza tras su detención en los años noventa se ofrecieron a centros universitarios y de beneficencia social. Era una forma de regresar a la sociedad el producto de la guerra al narco.

El centro de investigación al que le ofrecieron la finca declinó la oferta. Meses después, una casa hogar para niñas desamparadas la aceptó y en ella atendió y dio hogar por varios años a cuarenta niñas.

Un buen día comenzaron las presiones del gobierno para que desalojaran la casa. Primero argumentaron quejas de los vecinos, que insistían que en la colonia no estaba permitido que hubiera un hospicio y que era muy molesto vivir al lado de tantas niñas pobres. Después sostuvieron que las niñas deberían ir a un mejor lugar y que la fundación no tenía los recursos suficientes para mantenerlas. Finalmente "les encontraron" un nuevo hogar a las niñas en Tepatitlán, bajo la custodia de una monja, y obligaron a la fundación a dejar la casa.

A los pocos meses del desalojo, el Azul recuperó sus casas y terrenos que el gobierno, con gran diligencia y eficiencia, hizo el favor de limpiar de inquilinos para que no hubiera problemas con la posesión.

Ahí, en la finca que ya había sido cateada e incautada por la Procuraduría General de la República (PGR), cedida a una institución de beneficencia y devuelta a un narcotraficante, gracias a los buenos oficios de jueces y funcionarios, en esa misma casa fue cazado Nacho Coronel.

Nacho Coronel no se fue solo. Detrás de la muerte del protector llegaron las ejecuciones, algunas de ellas a grandes personajes, otras, la mayoría, a sicarios y traficantes menores.

Uno de los peces gordos ejecutados fue Gilberto, el Gil, Murillo, un ex policía de la Dirección Federal de Seguridad que manejaba los asuntos vinculados al Poder Judicial para el cártel del Chapo. Instalado como secretario de juzgado de segunda instancia movía a su antojo expedientes judiciales. Avecindado en Puerto Vallarta, Murillo era un tipo afable que no dudaba en avisarle a las personas que iba a afectar judicialmente con sus maniobras o en ofrecer matar a quien le había bajado la novia a un compañero de cantina. Lo mataron a plena luz del día mientras circulaba por la avenida 8 de Julio, unos metros antes de llegar al Periférico. Un auto Sentra lo alcanzó y desde ahí le dispararon ocho tiros. Nadie más salió lesionado.

Vino después el asesinato de Javier García Morales. Aunque su gente cercana asegura que "no tenía enemigos" y nada tenía que ver el cártel de Sinaloa, el hijo del ex secretario de la Reforma Agraria en el sexenio de José López Portillo, Javier García Paniagua, y nieto del secretario de la Defensa con Gustavo Díaz Ordaz, el general Marcelino García Barragán, había aparecido como uno de los narcotraficantes más buscados en la llamada "macroaveriguación" de la PGR sobre narcotráfico a fines de los noventa. Nunca fue capturado. Por el contrario, años después apareció como secretario general adjunto del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

A García Morales lo ejecutaron en un café de la colonia Providencia a las once de la mañana. Alguien lo había citado ahí para un asunto de negocios. "Lo pusieron", dicen sus amigos. En la iglesia de la Madre de Dios, en contraesquina del café, lo estaban esperando un sicario y un motociclista. Cuando García Morales llegó, solo, entregó las llaves al valet parking y se dirigió a la entrada del café. El sicario cruzó la avenida Providencia en diagonal con la pistola en la mano apuntando al suelo. Llamó a García Morales por su nombre y, cuando éste volteó, levantó un poco la pistola y le tiró el primer balazo en una pierna. Inmovilizado y en el suelo, Javiercito, como se le conocía en el ambiente político, recibió otros cuatro tiros en el pecho y cabeza. La moto se emparejó a la altura del sicario y, tras el último disparo, arrancó en sentido contrario por Providencia. Mientras todos los testigos volteaban a ver la moto, el sicario se retiró caminando por la calle Bogotá, donde otro cómplice ya lo esperaba.

Las ejecuciones siguieron. No había un patrón definido, tampoco una reivindicación. Era un simple cambio de mando, de cuadros, de aliados, pero salvo algunos sobresaltos, la vida seguía en la ciudad.

Estampa II
¿Dónde estás, pinche enano?
Cuando salió del circo con el enano en brazos soltó la carcajada. De todas las travesuras, abusos de autoridad, desplantes que había hecho en su vida éste era sin duda el peor. Siempre había querido tener un enano, era el delirio de alcohol con sus amigos. Desde que cumplió deciséis años, en medio de aquella borrachera se prometió a sí mismo que tendría un enano. "¿A poco no sería de poca madre tener un enano que nos traiga los tragos?".

Lo pagó de contado y en dólares. Todavía tuvo el arrojo de regatear: "¿Cuánto si me llevo al enano y la cebra?". Pero el dueño del circo ya se sentía lo suficientemente mal con haber vendido al enano payaso como para encima vender la cebra. Era un circo pobre, pero no un pobre circo. El caso es que le habían llegado al precio, le ofrecieron una cifra que el circo no había visto junta en su vida, y lo vendió.

Ahora sí, cabrones, ya tenemos quien nos haga los tragos, nos limpie las botas y nos pase el encendedor cuando se nos caiga debajo de la mesa. La banda celebró la ocurrencia del jefe. Si algo habían aprendido desde que estaban en la prepa es que con el jefe no les faltaría nada, siempre estarían protegidos de los enemigos, de la policía, de la justicia y hasta de sus propias pendejadas. A cambio sólo había que festejar cuanto chiste u ocurrencia tuviera. El jefe era jefe porque era hijo del mero jefe.

El Tigrito creció con la absoluta certeza de la impunidad. Su abuelo había sido gobernador del estado. Su padre, médico, creció en las filas del partidazo, un verdadero cachorro de la revolución, en los tiempos en que a los cachorros los seleccionaban conforme a sus cualidades: había los obedientes, los bravos, los entreñables. La revolución los necesitaba a todos en el partido, pero a cada uno en su lugar. El padre era de los bravos, de los que sabían morder aunque aparentara ser de clase. El Tigrito, por el contrario, era un cachorro echado a perder.

Los primeros jales fueron al amparo de su padre, o más bien, de la gente de su padre. Desde las oficinas de la Dirección Federal de Seguridad, el muchacho realizó sus primeros secuestros exprés, levantones de fin de semana a amigos ricos con los que se codeaba en el hípico o en el Raquet Club. Era un negocio de cuates, decía él. "No les hacemos nada, sólo es para que colaboren con la causa, con que salga pa'l pedo y la coca ya la hicimos", y por supuesto todos se lo festejaban, incluido el enano, ahora rebautizado como Memito, que a esas alturas ya traía una pistola 45 que caía un poco abajo de la rodilla.

Pasar del secuestro al tráfico fue sólo cuestión de oportunidades. Su padre tenía el encargo del régimen de cuidar que el negocio de las drogas no se "saliera de madre", como acostumbraban decir en el rancho. A chingadazos, pero el Tigre los metió en cintura, puso cuotas de todo: de volumen, de mochada y niveles de involucramiento. Si alguien se salía del orden, pasaba a mejor vida.

Así aprendió Memito que en el crimen organizado lo primero es el orden. Nadie trae una pistola más grande que la del jefe, nadie trae una vieja mejor que la del jefe, y el respeto se gana obedeciendo. Ese martes Memito no estaba. La artritis le estaba deformando los huesos, y los dolores, aunque nunca se quejara enfrente de su jefe, eran ya insoportables. Memito salió del rancho —en las faldas del volcán de Tequila— el lunes para tomar el avión a México, donde lo atendería un especialista en el hospital militar. El Tigrito salió solo. Nunca volvió. Cuando escuchó el primer balazo, volteó buscando a su pequeña escolta. ¿Dónde estás, pinche enano?

El narco es una expresión que lo envuelve todo. En Guadalajara es el crimen organizado, el inversionista más importante, la explicación de cualquier fortuna y la de cualquier infortunio. Todo lo que pasa, lo bueno y lo malo, se explica con el fenómeno del narco, una noción tan falsa como extendida. El narco se convirtió en el Leitmotiv de la narrativa de Guadalajara. El índice criminal subió, bajó y volvió a subir a causa del narco. Los tapatíos no pensaron que el índice de muertes por cada cien mil habitantes había caído de diecinueve a cuatro por los buenos oficios del gobierno, sino porque el narco había dejado de pelear la plaza. Una parte de esa visión es absolutamente correcta y real: desde que el general Gutiérrez Rebollo cayó en desgracia, las ejecuciones bajaron en la zona metropolitana de Guadalajara. No había quién le peleara la plaza a la sociedad Guzmán-Coronel, y Guadalajara se quedó sólo con los muertos de cada día, los que no estaban vinculados al tráfico de drogas, pero no menos importante para la reducción de la violencia fue la reconstrucción de la procuraduría, la creación de un grupo antisecuestros de alto nivel, la limpia de policías municipales, etcétera. Pero para efectos populares, la época de la "pax narca" comenzó cuando hubo un solo líder, la gente de el Chapo, y dos grandes operadores, Nacho Coronel y el Lobo Valencia.

Ordenados, socialmente rechazados, pero en el fondo aceptados, los narcos estaban en todos lados y en todos lados estaba el narco, pero Guadalajara estaba en paz. De vez en vez ocurría algún evento sangriento relacionado con el narcotráfico, pero el nivel de tolerancia era cada día mayor; frente a la violencia desplegada en Tamaulipas, Monterrey o Torreón, Guadalajara era el paraíso. Estaban ahí, todo el mundo lo sabía, pero no eran como esos Zetas descuartizadores o como aquellos bárbaros que mataron al cardenal o pusieron una bomba en una fiesta de quince años. Comenzó incluso a hablarse de los narcos bien, esos que hasta gusto da que te inviten a una fiesta.

La subcultura del narco salió del clóset. La sociedad los rechazaba, pero para ellos dejó de ser vergonzoso, llegó incluso a convertirse en un estilo de vida. Música de banda, prendas de marca, de preferecia Polo o Versace, accesorios Louis Vuitton, botas buenas, cuerpos exageradamente musculosos por el gimnasio o las prótesis tomaron las calles, los antros y las redes sociales. Entre ellos se hacen llamar chacas, jefes entre los indígenas de Sinaloa; y a la mujeres las llaman coñitas. En los antros de moda, los jueves son de chacas. Quien no quiere verlos simplemente no va ese día. El desfile de autos de lujo y guaruras por Avenida Patria se hizo impresionante. Nadie los molesta y ellos no molestan, más allá de exigir, por la vía de los hechos, derecho de paso y alguna muestra de humildad ante el chaca: no les pites, no les reclames, no los veas.

Las fiestas de los chacas comenzaron a circular en las redes sociales. Se presumían como las mejores del fin de semana. Ahí estaban algunos de los apellidos de alcurnia tapatía junto con los apellidos de los narcotraficantes ricos (los hijos de los grandes narcos, de sus operadores financieros, de sus abogados) y, por supuesto, hijos y sobrinos de los políticos en turno. Son los narcos bien, los que están en los colegios de paga más caros, los más estrictos, los de los grupos católicos más conservadores. Estudiaban juntos, jugaban futbol juntos, sabían que juntos son más poderosos y que algún día harán negocios inmobiliarios juntos y quizás en la próxima generación hasta se mezclen, aunque por lo pronto eso está prohibido.

Las torres de departamentos aparecieron en la ciudad como hongos en temporada lluvias. Las torres cambiaron el horizonte del poniente de Guadalajara. Todo se vendió; menos de 30% estaba habitado. La economía iba bien, pero sobre todo el dinero circulaba. Aparecieron más y mejores restaurantes, nuevos hospitales, tiendas de lujo. Guadalajara ya no fue más un rancho grande. La ciudad creció, maduró, se empoderó frente al centro. Era una dinámica que iba mucho más allá del narco, que tenía que ver con un ciclo económico positivo, con el desarrollo de una nueva agroindustria, del cluster de la electrónica, de un gran crecimiento de la industria farmacéutica. Pero para los tapatíos lo que era claro y tangible era que la bonanza tenía que ver sobre todo con la paz entre los grupos criminales.

La caída del Lobo Valencia es el primer síntoma de que la guerra estaba a punto de estallar, pero nadie tenía los elementos para leer lo que se venía. El 28 de octubre de 2009, en una cateo a una casona en Tlajomulco de Zúñiga, en los valles del sur de la zona metropolitana de Guadalajara, encontraron y detuvieron a Óscar Orlando Nava Valencia, el Lobo, quien en 2003 heredó el liderazgo del cártel del Milenio tras la detención del fundador, su tío Luis Valencia. Como nuevo líder, el Lobo pactó con la nueva Federación que estaba creando Joaquín Guzmán y le dio un nuevo giro a su organización: pasó de la siembra y distribución de mariguana a la importación y distribución de cocaína a través del puerto de Manzanillo controlado por Guzmán y operado por Coronel.

Como toda detención de un capo de cierta importancia, el gobierno lo festejó. El Lobo apareció como un hombre de gustos excéntricos, que gustaba de convertir sus armas en joyas: pistolas bañadas en oro o con su apodo grabado con diamantes en la cacha. Mientras el gobierno cacareaba su triunfo y presumía su logro, al interior de la organización del Lobo la paz estaba por estallar.

Muerto el líder, una parte del grupo planteó como estrategia fusionarse con el grupo de Coronel, a otros, los que venían con la organización de tiempo atrás, eso les pareció impensable. Se negaron a desaparecer como cártel y formaron La Resistencia, un grupo que busca mantener su identidad, pero sobre todo su independencia en el negocio. Sus antiguos aliados se convirtieron en sus enemigos. Asesinaron cruelmente a algunos de los que habían pactado con Nacho Coronel. Junto con un mensaje que decía: "Esto le pasa a los torcidos", cinco cabezas aparecen en una hielera. La guerra comenzó.

Estampa III
Shakespeare regresa
Se querían mucho. Difícilmente podían encontrar dentro de la escuela donde estaban a alguien tan semejante. Venían de la misma cultura, tenían los mismos gustos, habían sufrido el mismo miedo, el mismo desprecio, la misma sensación de no pertenecer a ningún lado, el desarraigo que experimenta el que vive huyendo.

Se conocieron desde muy chicos, en primero de primaria, pero no fue hasta ya entrada la secundaria cuando el rechazo de los otros los fue juntando. Ser hijo de narco es una tarea que se va complicando con la edad. De niño se nota poco, pero conforme va avanzando la conciencia crecen la vergüenza y el odio, la prepotencia y la soledad. Para un hijo de narco, el mundo se divide en dos: los chacas, como ellos, y los demás. El tiempo va juntando a los chacas con los chacas, se reconocen, se identifican, se saben, se huelen. Es la misma ropa, las mismas marcas, la misma música, el mismo cinturón, los mismos autos, el mismo lenguaje en el Facebook, la misma manera de imponer el dinero sobre el rechazo, porque saben que los podrán rechazar a ellos pero a su dinero jamás. Por eso están ahí, en un ambiente en principio hostil: de escuelas caras y niños pijos, pero a la larga útil, pues entre sus compañeros están hijos de políticos y de empresarios.

El noviazgo de Lizette y Alonso comenzó a los doce años. Se fueron, los fueron, separando hasta que quedaron solos en el rincón del salón. Como todos los noviazgos de esa edad, el suyo consistía únicamente en pequeños coqueteos y montones de cursilerías. Pero cuando llegaron a los quince, el noviazgo fue más intenso y más visible. Era para ellos una relación perfecta, salvo por un detalle: sus padres eran de cárteles diferentes.

Un día el padre de Lizette apareció en el colegio y, con toda la prepotencia de que fue capaz, le advirtió al director de la secundaria que el noviazgo de su hija con Alonso estaba prohibido. No explicó las razones, pero no era necesario, todos las entendieron. Tampoco acataron las órdenes, sólo fingieron seguirlas. Lizette y Alonso se siguieron viendo a escondidas; el maestro de matemáticas les hacía el paro y los dejaba estar en el salón a la hora del recreo.

Lo que terminó por separarlos fue una bala, no contra ninguno ellos, sino contra el tío de Lizette que cayó abatido, como tantos otros, en una banqueta de la ciudad. Lizette y su familia desaparecieron de un día para otro sin dejar huella, como había sucedido al menos en dos ocasiones anteriores. Como todo narco que se precie se fueron a vivir a Estados Unidos, porque, eso sí, todos tienen visa, cuando no green card. Alonso lo sabe, los compañeros lo saben, los políticos lo saben, los diplomáticos saben... Shakespeare está de regreso.

Los Torcidos aparecieron en un video en Youtube vestidos con traje militar negro, armas largas y capuchas. "Nosotros no estamos contra la sociedad, por el contrario, queremos protegerlos..., somos el cártel Jalisco Nueva Generación", decía el video que fue ya retirado del canal de internet. Asumidos como cártel protector de la sociedad jalisciense, los Torcidos buscaron llamar la atención del gran jefe declarando la guerra a los Zetas. Aparecieron los primeros bloqueos como desplantes de fuerza, pero sin tocar a la población civil. Hubo más cabezas, y ejecuciones. Comenzaron a hacerse evidentes los signos de que algo realmente se rompió.

La caída de Nacho Coronel fue el punto de quiebre. Tras unos días de tranquilidad comenzó la descomposición y el reacomodo. En un arranque violento, el cártel Nueva Generación se asumió como mata-Zetas. El nuevo cártel le declaró la guerra a la organización del norte, y en septiembre de 2011 fueron hasta Boca del Río, Veracruz, a hacer una "ofrenda" de treinta y cinco cadáveres justo frente a la reunión de procuradores de los estados. La respuesta tardó pero llegó. Los Zetas, urgidos de un brazo armado en Jalisco, hicieron un pacto con la organización de La Resistencia, a la que proveyeron de armas y sueldos para su estructura. Dos meses después, debajo de los inconclusos Arcos del Milenio, en Guadalajara, los Zetas y sus nuevos socios abandonan veintiséis cadáveres, algunos de ellos vinculados al cártel Nueva Generación, pero la mayoría inocentes.

La secuencia continuó. Los veintitrés muertos del grupo de los Zetas, colgados y descabezados en Nuevo Laredo, Tamaulipas, fueron vengados con dieciocho descuartizados, en la carretera de Guadalajara a Chapala, y cuarenta y nueve más en Cadereyta, Nuevo León.

La persecución de la Policía Federal se hizo presente. La detención de dos de los mandos principales del cártel Nueva Generación, Erick Valencia, el 85, y Nemesio Oseguera, el Mencho, generó el peor día de terror en la ciudad. Tras un operativo en el que la Policía Federal utilizó un colegio del Opus Dei con niños dentro como base de operaciones, el cártel respondió con una serie de narcobloqueos que paralizaron la ciudad, primero por un problema vial, pero sobre todo por el miedo. La tarde del viernes 9 de marzo de 2012, Guadalajara se arrepintió de todo el consentimiento que había tenido con el narco a lo largos de los años.

La persecución continuó. A lo que quedó de la resistencia en la Ribera de Chapala, le pegaron el Ejército y la Policía Federal. Al cártel Nueva Generación lo dejaron sin cabezas. Todos parecía a favor de las fuerzas federales, hasta llegar a presumir que habían detenido en Guadalajara a Alfredo el Gordo Guzmán Salazar, supuesto hijo del Chapo. Veinticuatro horas después, la noticia fue desmentida. La sensación de control se vino abajo.

¿Quién para?, ¿quién gana esta guerra?

A pesar de todo, en Guadalajara la vida sigue igual, nada ha cambiado. El orgullo y el prejuicio, el odio y la envidia, la complacencia y la complicidad. Nada ha cambiado, salvo que los tapatíos sienten que han perdido algo, algo que no saben cómo describir, ni dónde lo perdieron; algo intangible, pero que saben que ya se fue: la "paz de los narcos". //