Autlán, Jal. A 50 kilómetros de la ciudad de Autlán, por la carretera 80, en el suroeste de Jalisco, comienza a sentirse esa "significativa fuerza" de la que hablaba hace unos días el comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, al anunciar la persecución en contra de Nemesio Oseguera, El Mencho, líder del Cártel Jalisco.
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El primero de los retenes con los que las fuerzas militares han sitiado la región Costa Sur de Jalisco se encuentra a unos 140 kilómetros de Guadalajara, en el entronque que lleva a Ayutla; ahí varias decenas de soldados hacen turnos para revisar vehículos, sobre todo de carga, en busca de armas y explosivos.
"Desde temprano pasaron por aquí un montón de tráileres con carros de guerra", dice una mujer detrás del mostrador de una modesta tienda al pie de la carretera; se refiere al convoy de al menos 15 camiones de plataforma que por la mañana recorrieron este camino para transportar una treintena de vehículos Panhard 6x6 que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha desplegado por distintos lugares de esta región.
Unos 20 kilómetros más adelante, en Unión de Tula, varios camiones del Ejército que se utilizan para transportar víveres o tropa se alinean a las afueras de una cancha deportiva; la cantidad de vehículos hace pensar en el gran número de soldados concentrados en la zona.
Es también en esta latitud del estado donde el viernes pasado una célula del grupo delictivo derribó con un lanzacohetes un helicóptero Cougar de la Fuerza Aérea Mexicana, que dejó un saldo hasta ahora de 17 muertos, siete de ellos militares y una policía federal.
El poder de fuego mostrado por el cártel ha provocado que la Defensa Nacional despliegue armamento de combate para todoterreno en Jalisco, pues los vehículos Panhard 6x6, que pueden alcanzar velocidades de hasta 100 kilómetros por hora, además de estar blindados y transportar tropa, pueden cargar ametralladoras de calibre .50, cañones de 90 milímetros y proyectiles antitanque.
Faltando poco más de 10 kilómetros para llegar a Autlán, los primeros Panhard se dejan ver sobre la carretera, en un retén instalado en el entronque que bifurca los caminos hacia la costa o la sierra; desde el interior varios soldados vigilan.
A unos cuantos kilómetros al salir de Autlán, siguiendo el camino hacia Casimiro Castillo, otro retén militar flanqueado por cuatro Panhard revisa a los vehículos que van y vienen a esta ciudad que el viernes 1 de mayo se vio trastocada por la violencia; aquí murió un agente de la Fiscalía de Jalisco que se enfrentó a tiros con algunos de los sujetos que incendiaban automóviles, bancos y comercios.
"Con éste y las seis ruedas te puedes meter ahí derechito por los cerros hasta donde quieras", dice un soldado mientras le marca el alto a una camioneta de carga para revisarla.
Algunos pobladores que vieron llegar los vehículos a la ciudad sueltan al vuelo su valoración de la situación: "La cosa está fea", dicen, pues consideran que la presencia de estas máquinas de guerra son la declaración de que en la ofensiva contra el narco, en esta región, no tendrá tregua, y la reacción de los narcotraficantes también se debe esperar.
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