Al menos tres veces al mes las celdas son revisadas por custodios, desnudan a los presos, pegan en las paredes en busca de huecos, perros olfatean todo, hasta el hoyo del retrete y la regadera.
Es el área de Tratamientos Especiales. La zona de máxima seguridad en el penal del Altiplano. Cuando menos, tres veces al mes llegan a las celdas (de dos por tres metros) grupos de custodios para hacer una revisión general. Cada preso es sacado de su estancia, desnudado (para confirmar que no oculte objetos prohibidos) y permanece en el pasillo.
Los celadores van acompañados de perros policías que olfatean todos los rincones del lugar: la cama, una mesa, una banca, un estante, todo construido con cemento. Luego los animales son llevados al área contigua, donde hay un hoyo metálico que hace las veces de retrete y una regadera. También olisquean la zona.
Simultáneamente otro custodio, dotado de un pequeño martillo, golpea paredes y pisos en búsqueda de huecos, de oquedades, de posibles túneles de escape.
Eso es lo que sucede habitualmente en el pasillo 2, donde hay 10 celdas, numeradas de la 11 a la 20. Es ahí, justamente en la celda 20 (un espacio de dos por tres metros), donde pasaba 23 horas al día el líder del Cártel de Sinaloa, porque, como los demás prisioneros del área de Tratamientos Especiales, tenía una hora al día para salir a un pequeño patio interior donde podía recibir rayos de sol sin compañía de nadie.
Así se con funcionarios del gobierno federal, luego de que recreó lo que ocurre en esa área con descripciones hechas por Othón Cortez, durante una entrevista con Carlos Marín realizada en noviembre de 1996. Othón Cortez, aquel hombre que fue acusado de ser el "segundo tirador" en el asesinato de Luis Donaldo Colosio, y quien estuvo preso en Almoloya y puesto en libertad por carecer de sustento los señalamientos en su contra. Y todo lo anterior igualmente lo describe de forma similar quien también estuvo preso ahí durante más de nueve meses: Flavio Sosa, líder de la revuelta de la APPO oaxaqueña, quien, en 2007, vivió en la celda 13 del mismo pasillo 2, a seis celdas de la que usaba El Chapo.
—¿Cómo es el lugar? —se le pregunta a Sosa.
—Hay dos pasillos de 10 celdas cada uno. Estamos hablando de una pequeña celda donde cabe un camastro de concreto, una pequeña mesa de concreto y una banca de concreto a lo ancho. Te dan un colchón y cobijas. Es una celda sellada con una puerta metálica. Tiene barrotes en su interior, lo que te hace sentir enjaulado, y luego hay un espacio entre los barrotes y una puerta metálica, la cual tiene una pequeña mirilla, un cuadrado como de unos 30 centímetros. Como las de las películas gringas. Tú no te puedes acercar a la puerta porque la reja te lo impide.
—¿Y el baño?
—Adentro de la celda hay una especie de pato, como el que le ponen a los enfermos en los hospitales cuando están en las camas, para que puedan defecar u orinar. Uno defeca al ras del suelo. No hay un mueble, una taza de baño. Y la regadera está delante de ese espacio. La regadera solamente se abre al cuarto para las seis de la mañana. Te indican ellos, te gritan: "¡Baño!", y tienes 10 minutos para bañarte.
—¿No te puedes bañar en la noche como supuestamente lo iba a hacer El Chapo?
—No, no se puede uno bañar en la noche.
—¿Usan regadera para lavar enseres?
—No, hay una especie de lavabo junto al espacio para defecar. Y ahí solamente lavas tus calzones y tus calcetines. Y los trastes para comer los enjuagas ahí.
—¿Se oye, se escucha afuera todo lo que sucede en las celdas?
—Cuando camina un custodio por el pasillo, el pasillo suena. Es como un túnel cada pasillo. Se genera un efecto de túnel con el ruido. Como un eco. Mira, tienes derecho a una llamada a la semana y tienen un teléfono en la cabecera del pasillo, en lo que se llama Diamante, que es la zona de vigilancia, una caseta blindada entre ambos pasillos. Te sacan a la cabecera del pasillo, tú haces tu llamada y todos escuchan lo que estás diciendo, los 10 internos de tu pasillo.
—¿El aire libre?
—Para el patio tienes una hora diaria. Es un patio individual para los reos de máxima seguridad. En realidad no es un patio: es un cuarto sin techo. Caminas ahí tu solito. No convives con nadie. Comes en la celda...
—¿Cómo son las revisiones?
—Las celdas de Tratamientos Especiales son revisadas tres veces al mes, pero pueden ser cuatro o cinco, las que se les antoje, porque son sorpresivas. Llega una escolta de guardias con perros. Entran a cualquier hora del día o de la noche. Le llaman "revisión especial" y llegan y te sacan a las dos de la mañana, a las tres. Te ponen frente a tu celda, te desnudan, entregas tu ropa, prenda por prenda, haces las sentadillas de rigor. No tiene ni un solo objeto que no sea del penal adentro. Ni siquiera un escapulario o un dije. Nada. El rastrillo te lo dan porque todos los días te tienes que afeitar y estás pelón. Cuando te vas a bañar pasan y te lo dan y a los tres o cuatro minutos te lo retiran. Es obligatorio estar rasurado y pelón.
—Cuéntame de los perros...
—Los perros olfatean toda la celda y todos tus objetos que tienes adentro, tus cobijas, cartas, todo. Y un custodio se encarga de pegarle a la pared con un martillito. Le pegan a las paredes de la celda y del baño para ubicar que no haya ningún hoyo, que un lugar esté hueco, que haya oquedades.
—¿Van pegando en diferentes puntos de las paredes al menos tres veces al mes?
—Sí, en toda la celda. Toda toda. Pegan en todas las paredes. Es imposible que no se hayan dado cuenta de lo que pasaba, del túnel del Chapo, porque el sistema de vigilancia es supersofisticado en los Diamantes de Seguridad que hay en cada cabecera de pasillo. Son como pentágonos con vidrios blindados donde hay guardias adentro y observas las cámaras. Todo el penal está lleno de cámaras.
—¿Una fuga te parecía imposible cuando vivías ahí?
—Alguna vez yo me puse a pensar qué tendría yo que hacer si quisiera fugarme. Yo había visto Alcatraz, Papillón, Los muros de agua, El conde de Montecristo, y me puse a pensar. La conclusión a la que llegué fue: comprar a toda la guardia y burlar todos los sistemas de vigilancia, o controlarlos. Es la única forma (se ríe)...
La vida en el pasillo 2, donde "prácticamente no se habla con nadie", decía Othón Cortez. Donde la vida con los demás presos es una "relación de fantasmas", dice Sosa. El pasillo 2, donde las celdas siempre tienen luz y donde las cámaras de vigilancia graban todo, salvo dos puntos ciegos, según afirma el gobierno federal: el retrete y la regadera... por donde se fugó El Chapo Guzmán.
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