López Astudillo enfrentará un juicio por su probable responsabilidad en la comisión de los delitos de secuestro y delincuencia organizada.
Gildardo López Astudillo, identificado por las autoridades como el Gil, era un mando medio de bajo perfil en la estructura del grupo delictivo Guerreros Unidos; un "lugarteniente", como se dice en el argot criminal. Antes del caso Iguala, su nombre no figuraba en los objetivos prioritarios del gobierno federal
Pero el rol que jugó en la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa fue determinante.
La investigación de la Procuraduría General de la República (PGR) coloca al Gil o el cabo Gil, detenido la noche del pasado 16 de septiembre, como responsable de haber señalado que los normalistas eran del grupo antagónico de Los Rojos, y de haber ordenado que todos fueran "desaparecidos".
"Nunca los van a encontrar, los hicimos polvo y los tiramos al agua", escribió el Gil en un mensaje de texto que mandó por teléfono a su jefe Sidronio Casarrubias Salgado, líder regional de Guerreros Unidos. Fue la madrugada del 27 de septiembre, horas después de que –según la investigación de la PGR– fueron incinerados los normalistas en Cocula.
Por ello es que el Gil es considerado por las autoridades como la pieza que faltaba para completar la participación de Guerreros Unidos en el caso. Es el eslabón entre dos ya detenidos: Casarrubias, quien le dio luz verde para consumar el presunto homicidio, y Fernando Rodríguez el Cepillo, quien siguió sus instrucciones en el terreno.
Además, es el propietario de la casa ubicada en la la localidad de Loma del Coyote, donde presuntamente fueron llevados un grupo de los estudiantes tras ser entregados por la policía municipal de Cocula, y de una de las camionetas que se utilizaron para transportarlos.
De acuerdo con las autoridades, López Astudillo fue detenido el 16 de septiembre en Taxco, Guerrero, a menos de 55 kilómetros de Cocula, donde desaparecieron los normalistas. Es decir, siempre se mantuvo escondido en la zona. El comisionado nacional de seguridad, Renato Sales, dijo que intentó ocultarse en tres domicilios distintos.
Aunque hay varias órdenes de aprehensión pendientes por cumplimentar, la del Gil era una de las más importantes. La otra que está pendiente y que también es clave, según la propia indagatoria de PGR, es la de Felipe Flores Velázquez, el exdirector de la Policía Municipal de Iguala.
Antes del caso de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, Gildardo López Astudillo –de 36 años–, era prácticamente un desconocido en la escena pública. De hecho, su nombre nunca había aparecido en alguno nota de prensa o en algún comunicado por parte de alguna autoridad federal o estatal.
Incluso, cuando los primeros detenidos hacían referencia a que un sujeto conocido como el Gil o el Cabo Gil habían ordenado desaparecer a los normalistas, las autoridades no sabían a quien se refería pues no estaba identificado como un líder criminal de relevancia en la región.
Los datos recabados por la División de Inteligencia de la Policía Federal apuntan a que López Astudillo era desde 2011 un lugarteniente de medio nivel en la zona norte de Gurrero, concretamente en el polígono de Iguala hacia Morelos, y con base operativa en Taxco.
Astudillo controlaba una célula de sicarios cuya responsabilidad era resguardar las operaciones del grupo delictivo en la zona; por ejemplo, las plazas de cobro para extorsiones o los laboratorios clandestinos para fabricación de drogas.
Aunque se le atribuyen posibles hechos de violencia, como emboscadas a policías municipales en Taxco (en 2011 y 2012), la forma de operar de López Astudillo era más bien discreta, girando instrucciones pero buscando no involucrarse en el lugar de los hechos.
La PGR por su parte, le atribuye además a López Astudillo la función de fungir como enlace entre el grupo criminal y las corporaciones de seguridad de la zona. Se sospecha del pago de sobornos por lo menos a las corporaciones municipales de Cocula, Iguala, Teloloapan, Taxco, Huitzuco y Apaxtla por lo menos.
Sus dos hombres de confianza más cercanos, según las autoridades federales, eran Isaac Patiño Vélez, detenido en noviembre pasado y preso en un penal de Nayarit, y Miguel Ángel Landa Bahena el Duvalin, vinculado también con la desaparición de los normalistas y capturado en abril pasado.
Del cúmulo de declaraciones con que cuenta la PGR de los integrantes del grupo criminal Guerreros Unidos, son dos las que fundamentalmente describen el rol del Gil en la desaparición de los normalistas: la de su jefe y la de uno de sus operadores. Dichas declaraciones fueron dadas a conocer por el entonces procurador Murillo Karam en octubre y noviembre del año pasado.
Según los datos de la PGR, Casarrubias Salgado declaró ante el Ministerio Público que el dio su autorización para que se procediera en contra de los normalistas la noche del 26 de septiembre, luego de que López Astudillo, su lugarteniente, le dijo que eran integrantes del grupo rival conocido como "Los Rojos"
Al día siguiente, es decir el 27 de septiembre, Casarrubias señaló que contactó de nuevo a su lugarteniente: "El Gil me dice que de los 17 Rojos ya se habían ido al agua, o sea, que ya los quemaron y que las cenizas las tiraron al agua, yo me imagino que es el Río Cocula", señaló.
Murillo Karam explicó que además existe un mensaje de texto que López Astudillo le mandó a Casarrubias, en donde le dice: "nunca los van a encontrar, los hicimos polvo y los tiramos al agua".
La otra declaración clave es la de Fernando Rodríguez alias el Cepillo, quien se encargó de acatar las instrucciones del Gil para asesinar a los estudiantes y desaparecer sus restos.
Explicó que luego de que los normalistas fueron entregados por agentes de la policía de Cocula, se les trasladó a un domicilio ubicado en Loma del Coyote perteneciente al Gil, en donde fueron interrogados brevemente para luego ser subidos a otra camioneta, La supuesta orden de López Astudillo fue que los asesinaran y eliminaran el rastro.
Tras presuntamente asesinar y quemar a los estudiantes el Cepillo señaló que regresaron a la casa de Loma del Coyote donde descansaron varias horas, hasta que llegó una nueva orden de López Astudillo.
Extracto de la declaración ministerial del detenido, firmada ante la presencia de su defensor. Foto: Especial
Ayer, en el mensaje oficial donde confirmó la captura del Gil, el comisionado Nacional de Seguridad Renato Sales ratificó sin abundar en detalles que "diversos imputados lo señalan directamente como el autor material de la desaparición de 43 alumnos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero".
Una versión distinta a la oficial es la apareció en una manta supuestamente atribuida al Gil (estaba firmada con su seudónimo) y descubierta el 30 de octubre del año pasado frente a una escuela en la carretera Taxco, Guerrero.
El texto escrito en la manta hace distintas acusaciones sobre nexos de autoridades estatales y federales con el grupo de Guerreros Unidos e incluso vincula al empresario Federico Figueroa, hermano del cantante Joan Sebastian, con el crimen organizado.
El mensaje escrito remata señalando: "… digan las cosas como son, los estudiantes están vivos".
Gildardo López permaneció casi un año en la misma zona de Guerrero donde se cometió el crimen de los normalistas. Aunque se cambió de domicilio hasta en tres ocasiones, como dijo ayer Renato Sales, nunca abandonó el área o por lo menos el cerco federal que se instaló en el área lo no logró detectarlo por meses.
Taxco se encuentra a menos de 55 kilómetros de Cocula y a poco más de cuatro de Iguala. En vehículo, se va de un lado a otro en apenas una hora.
Datos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) permitieron a la Policía Federal ubicarlo en la colonia Lomas de Taxco, donde se desplegó un operativo para capturarlo, en el que no hubo violencia ni disparos.
Según Sales, fue descubierto en flagrancia violando la Ley Federal de armas de fuego. Autoridades federales indicaron que llevaba consigo 55 cartuchos calibre 223, 15 de ellos modificados para hacer daño perforante.
Tras su detención "El Gil" fue llevado a la Ciudad de México para quedar a disposición de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada en donde se recaba su declaración antes de que se le remita a un penal federal de máxima seguridad,
El comisionado recordó que hasta ahora suman ya 111 las personas detenidas por su presunto vínculo con la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.
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