Una jueza federal de Estados Unidos ordenó a las empresas de tabaco admitir, a través de anuncios y advertencias en el paquete, que durante décadas han engañado a los consumidores sobre los peligros de fumar. Desde los actos terroristas del 11/9/2001 el tinglado judicial estadounidense devino en un engranaje más del bien aceitado complejo industrial-militar. El debido proceso y la presunción de inocencia pasaron a ser mitos para ingenuos. Sin embargo, el enorme salto atrás en materia de derechos humanos dejó una que otra rendija a favor de algunas víctimas del sistema.
Tal es el caso de los fumadores gringos. La jueza Gladys Kessler hace seis años concluyó que las empresas tabaqueras eran culpables de crimen organizado y ordenó que pusieran etiquetas de advertencia en su mercancía. Ahora los textos deberán indicar que fumar mata en promedio 12.000 estadounidenses cada día.
Quien esto escribe sufre un enfisema pulmonar severo. Es una enfermedad mortal, incurable y progresiva que acaba metódicamente con la calidad de vida. Siempre he considerado que las empresas tabacaleras, venezolanas, gringas y de otros países, me jugaron sucio.
En otras regiones algunas víctimas del cigarrillo han sido parcialmente indemnizadas por los emporios tabaqueros con sentencias de miles de millones de dólares que amparan derechos colectivos y difusos.
En mi caso, para colmo de males, ni siquiera el Seguro Social me toma en cuenta pues mi número de cédula no les aparece y mis cotizaciones se volvieron humo.
En Venezuela, los delincuentes corporativos que envenenaron a nuestro pueblo, en especial a los más jóvenes, constituyen la flor y nata de los empresarios que dirigieron (y algunos aún lo hacen) las sucursales criollas de los consorcios tabaqueros execrados en EUA.
No obstante, ni los jueces, ni los fiscales del Ministerio Público y menos aún la Defensoría del Pueblo han movido un dedo para hacer justicia a nombre de las miles de víctimas inutilizadas y muertas como consecuencia directa del vicio de fumar.
A lo mejor están de lo más emocionados estudiando la posibilidad de legalizar la marihuana para ponerse a tono con los tiempos modernos.
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