En México, los tentáculos de los cárteles llegan hasta el negocio de las pacas de ropa. El crimen organizado controla parte del mercado de ropa usada o desechada por grandes almacenes en Estados Unidos y que aquí se vende en tianguis y pulgas.
La Cámara Nacional de la Industria del Vestido estima que 6 de cada 10 prendas de ropa que se venden en el País provienen del sector informal, es decir, del contrabando, la piratería y la ropa en paca, lo que daña a las empresas mexicanas.
Grupos como Los Zetas y el Cártel del Golfo comenzaron a controlar a los pasadores o fleteros para permitir que éstos cruzaran la frontera con toneladas de ropa comprada a mayoristas en ciudades como Laredo y McAllen, en Texas, de acuerdo con reportes de autoridades.
Denuncias de textileros aseguran que, hace cuatro o cinco años, la delincuencia también empezó a obligar a los compradores de ropa del lado mexicano a adquirirla con proveedores específicos en Los Ángeles.
Los Zetas y el Cártel del Golfo comenzaron a controlar a los pasadores o fleteros para permitir que éstos cruzaran la frontera con ropa comprada en EU.
Incluso, afirman, el crimen organizado ha llegado a cobrar "derecho de piso" en los mismos tianguis donde la ropa se vende al menudeo.
En el mercado que se instala en Fray Servando, cerca de la plaza comercial Pino Suárez, en la Ciudad de México, algunos vendedores afirmaron obtener ganancias superiores a los 30 mil pesos sólo los viernes, cuando abren las pacas procedentes de la frontera.
El tianguis es conformado por al menos 260 locales fijos y establecimientos en la calle.
La paca de ropa tipo 1, que contiene pantalones y blusas seminuevas de marcas como Levi's y OGGI incluye de 300 a 350 piezas y cuesta de 12 mil a 15 mil pesos. Cada prenda vale entre 50 y 150 pesos.
La ropa usada tipo 2 tiene imperfecciones como manchas, está descosida y, en muchas ocasiones huele a humedad, por lo que el precio por paca va de los 7 a los 9 mil pesos, dependiendo del lugar donde se adquiera.
Las prendas clasificadas como tipo 3 son, en su mayoría, ropa de niño, tallas muy grandes de mujer y de hombre, así como pantalones fuera de moda, telas sucias y prendas fuera de temporada que van de relleno en las pacas tipo 1 y 2. El costo por pieza es de 5 a 20 pesos.
Las cobijas y cortinas tienen precios que oscilan de 100 a 200 pesos.
Según locatarios, el mercado está controlado por el Frente Nacional del Comercio Informal (FNCI), una organización que presume en su página de internet su apoyo a Enrique Peña Nieto en la campaña presidencial de 2012.
Comerciantes aseguraron que pagan 100 pesos diarios al FNCI por expender sus productos en esta zona.
Un tianguis de noche
Por su ubicación, el tianguis de San Martín Texmelucan, Puebla, cada ocho días se convierte en un punto estratégico para el comercio de ropa nueva y de paca en el sureste del País.
Cerca del tianguis se juntan las carreteras federales México - Puebla, la autopista México - Puebla y la carretera federal a Tlaxcala.
Gracias a estas rutas, al lugar llegan revendedores de Chiapas, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala a adquirir su mercancía para expenderla en sus estados.
En el tianguis operan unos 60 mayoristas de ropa usada, quienes arriban al lugar a bordo de camionetas Ford Lobo, Sentra y Nissan.
Los puestos son instalados desde las 16:00 horas del lunes y son levantados a las 12:00 horas del martes.
"La economía está muy crítica y a veces ya no alcanza para comprar una ropa nueva, que dilata menos. Ésta (la ropa de paca) tarda un poquito más y está más barata", comentó Delfina Cerón, una compradora de San Martín Texmelucan.
"Nada más le echas una lavadita y luego, luego ya te la puedes poner".
En este tianguis, las pacas de ropa con 70 piezas cuestan entre 4 mil y 5 mil pesos, principalmente ropa de mujer y de hombre.
Cada ocho días, Mabel Juárez acude al tianguis para comprar ropa usada y revenderla en el Municipio de San Miguel Xoxtla, Puebla. Adquiere piezas de 30 o 40 pesos y las revende en un pequeño local a 60 u 80 pesos.
"Yo creo que le ganamos como el 50 por ciento. Nosotros compramos muy poquita ropa. Si vienes en la mañana, vienen a comprar los que venden mucha", dijo.
El crimen organizado
Los cárteles se han metido de manera natural desde 2009 al mercado de ropa importada de EU, nueva o usada, sostiene el antropólogo Efrén Sandoval, quien ha hecho investigación de campo en la frontera de Tamaulipas con Texas y se dedica a investigar fenómenos como el de la fayuca.
Para Sandoval, estos grupos delictivos entraron sin muchas complicaciones a un mercado ilegal regido desde hace tiempo por relaciones de extorsión y contubernio.
Según sus investigaciones, que incluyeron trabajo de campo en la frontera de Tamaulipas con Texas, los principales mayoristas se encuentran en Hidalgo, Laredo y McAllen, donde la mayoría de los comerciantes mexicanos adquiere la ropa.
En este mundo, afirma, están implicados tanto funcionarios como policías federales y municipales, así como líderes sindicales priistas que controlan las plazas donde se vende la mercancía.
En algunos casos, los comerciantes compran directamente la ropa a los mayoristas, pero, en la mayoría, son los llamados pasadores o fleteros los que compran la ropa, cruzan la frontera hacia el sur y luego la revenden.
Sandoval, doctor del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Programa Noreste, relata en un artículo publicado en abril de 2012 cómo el crimen organizado asesinó a los fleteros que no quisieron trabajar con ellos y comenzó a adueñarse de un jugoso mercado.
"Lo que me han dicho algunos comerciantes es que ellos creen que en todo caso sigue el negocio siendo controlado por algún grupo o algunos grupos (del crimen organizado)", dijo el doctor en antropología.
"Suponemos que siguen controlando o tratando de controlar ese paso. Si es un grupo (del crimen organizado) quien lo controla, no lo sabemos, si son dos, no lo sabemos, y si son varios grupos dentro de un mismo cártel, tampoco lo sabemos, pero suponemos que sí hay un control todavía", aseguró.
Las toneladas de ropa que se venden por pacas en tianguis son adquiridas principalmente en las ciudades de McAllen, donde Sandoval calcula unos 109 centros de distribución, y en Laredo, con 175 almacenes que venden la ropa al mayoreo.
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