En su participación en el debate de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre drogas y crimen, Ban Ki-moon destacó el impacto negativo de esos flagelos no sólo en el desarrollo sino en la estabilidad mundial.
Recordó que los miles de millones de dólares provenientes del narcotráfico financian actividades terroristas y otros delitos graves como la trata y tráfico de personas y el contrabando de armas.
Además, afirmó Ban, las drogas ilícitas y las redes criminales minan el estado de derecho y se han convertido en la principal fuente de violencia en algunas regiones.
Centroamérica, por ejemplo, tiene hoy una de las tasas más altas de homicidios en el mundo, el desarrollo en Afganistán y parte de Myanmar es socavado por el cultivo de opio y la producción de otras drogas ilegales, dijo.
Asimismo, citó el caso de África Occidental y Central, donde los traficantes explotan la vulnerabilidad de las instituciones financieras y legales y han hecho de la esa región una de las principales rutas de la droga hacia Europa.
Pero no se puede reducir el suministro si no se reduce la demanda, aseveró Ban.
En este sentido, instó a los Estados miembros de la ONU a integrar a la juventud y a la sociedad civil en general a sus estrategias de combate a la droga y el crimen organizado, así como a sus políticas de desarrollo, y enfatizó que todas estas iniciativas deben basarse en el respeto a los derechos humanos.
El titular de la ONU aseveró que las convenciones de Naciones Unidas constituyen una base sólida para afrontar esos lastres y exhortó a los países a adherirse a esos instrumentos y a implementarlos en su totalidad.
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