"Un grupo armado sometió a 30 jóvenes que rentaron una casa para festejar sus triunfos deportivos; a dos chicas las violaron y a todos los golpearon"
Eligieron esa tarde para festejar sus logros obtenidos en una justa de voleibol en el estado de Coahuila, realizado unos días antes, donde acudieron en representación del estado de Morelos. Estaban contentos.
Por su desempeño deportivo y para celebrarlo rentaron una casa con alberca y jardín entre los fraccionamientos habitacionales San Gaspar y Las Fuentes, a menos de 600 metros de la base local de la Policía de Mando Único Coordinado, en el municipio de Jiutepec, al oriente del estado.
Era la segunda semana de septiembre cuando los muchachos citaron a sus amigos de la Universidad Politécnica del Estado de Morelos (UPEmor) y otras universidades a la hora de la comida en ese domicilio, enclavado a menos de 200 metros de donde fue localizado Benjamín Mondragón Pereda El Benjamón, considerado por las autoridades como el líder en Morelos del grupo delictivo Guerreros Unidos.
Una cascarita de voleibol antecedió la alberca y la comida. Todo marchaba como lo habían planeado los muchachos conocidos en sus universidades como asiduos al deporte y el estudio.
Entre ellos se encontraban algunas integrantes de la selección de voleibol de la UPEMor que en agosto pasado ganaron el Campeonato Estatal de Voleibol Femenil de Clubes 2014, en su categoría de segunda división.
Con ese triunfo obtuvieron el derecho de representar a Morelos en la justa nacional del 12 al 16 de septiembre pasado en Coahuila.
Otro grupo de esa misma universidad acudió a Torreón, Coahuila, en julio pasado, para concursar y ganar el primer lugar en la Feria de Innovación de Negocios, con un proyecto de empresas de productos artesanales y orgánicos.
Testigos que acudieron a la reunión de los muchachos en Jiutepec dicen que el ambiente era tan sano que dos padres de familia que acompañaron a su hijo decidieron retirarse cuando vieron que la "albercada" no tenía visos de borrachera o desenfreno.
En esa casa rentada departieron unos 30 jóvenes, entre ellos ocho mujeres, todos universitarios de entre 19 y 22 años de edad. Por la mañana todavía algunos habían asistido a clases en la UPEmor.
De pronto, como a las 17:30 horas, aproximadamente, los jóvenes miraron con sorpresa que por una de las bardas de la casa alquilada se asomaron varios sujetos y comenzaron a saltar hacia el jardín donde se realizaba la reunión.
Eran entre seis y siete sujetos encapuchados y con armas de grueso calibre. De inmediato sometieron a los estudiantes y les ordenaron arrodillarse. A algunos los obligaron a cubrirse el rostro con su camisa.
A las mujeres les ordenaron despojarse de su ropa, pero algunas se resistieron y en represalia fueron severamente golpeadas. También a algunos varones les ordenaron desnudarse.
Posteriormente les robaron sus pertenencias y entonces eligieron a dos estudiantes para abusar sexualmente de ellas. Después de gritos, llantos y voces de súplica para que no se concretara la violación de sus compañeras. Sólo una de las víctimas logró evitar la vejación, aunque no pudo librar los golpes que le propinaron y que le rompieron el tabique nasal. Algunos jóvenes que pretendieron interceder por sus compañeras también fueron severamente golpeados.
Rectoría en duelo
La mayoría de los muchachos fueron llevados al hospital "José G. Parres" de Cuernavaca donde, de acuerdo con los reportes clínicos, registraban golpes producidos, aparentemente, con cachas de pistola.
Una vez recuperados de sus lesiones físicas acudieron a presentar la denuncia ante la Fiscalía del estado, pero ninguno de ellos pudo describir a los autores del robo y el abuso sexual de sus compañeras, porque siempre ocultaron su rostro con capuchas.
Aparentemente, la escena de los hechos fue alterada y las investigaciones en criminalística de campo son endebles para identificar a los responsables de la agresión sexual.
Mireya Gally Jordá, rectora de la UPEMor, describe con una palabra el estado anímico de sus alumnos: "vulnerados".
"Lamento profundamente el hecho, más allá de que son alumnos de esta universidad. No hacían nada malo, estaban reunidos sanamente. No he salido a declarar por respeto a las víctimas", dice Gally.
Asegura que desde que sucedieron los hechos la institución acompaña a los alumnos en el proceso legal, además de brindarles ayuda sicológica y estar a su lado cuando ellos lo permiten.
Gally Jordá señala que el caso es investigado por la Policía de Investigación Criminal y la Comisión Estatal de Seguridad, y las autoridades universitarias optaron por mantenerse al margen para no entorpecer las indagatorias. "Claro que he demandado la aplicación de la justicia para aquellos que agredieron a nuestros alumnos", afirma la rectora.
Lo que no queremos, solicita, es que se divulguen los nombres de las víctimas.
Mientras tanto en la Fiscalía estatal, los responsables de la investigación afirman que el caso está vigente pero el avance es lento porque los elementos que se tienen son insuficientes para identificar a los responsables.
Además, de las cuatro jóvenes violentadas sólo una continuó con la denuncia.
Zona de peligro
Localizado en la zona centro del estado, Jiutepec alcanzó notoriedad en los últimos años por sus elevados índices delictivos, cuyas cifras repuntaron en la gestión del perredista Miguel Ángel Rabadán Calderón (2009-2012).
Con el ex edil se acentuaron grupos delictivos como el cártel del Pacífico Sur (CPS), una célula de los hermanos Beltrán Leyva desintegrada luego de su autoría en el homicidio de siete personas, entre ellos Juan Francisco Sicilia, hijo del escritor Javier Sicilia.
También formó parte de ese grupo Edgar "N" El Ponchis, un adolescente acusado de homicidio y que después de tres años de prisión en el Centro de Ejecución de Medidas Privativas de la Libertad para Adolescentes fue repatriado a Estados Unidos en atención a su nacionalidad.
La segunda semana de este mes la Policía Federal localizó y cercó en la colonia Naranjos clasificada de alta peligrosidad por las autoridades al supuesto líder del cártel de Guerreros Unidos, señalados como responsables de la desaparición de 43 estudiantes normalistas en Iguala, Guerrero.
La versión oficial dice que Benjamín Mondragón Pereda El Benjamón, se disparó en la cabeza después de negociar la salida de una mujer que lo acompañaba en el momento de su localización.
Con el peso de la herencia a cuestas, la presidenta municipal de Jiutepec, Silvia Salazar Hernández, anunció que solicitaría al gobierno federal el apoyo de la Gendarmería para inhibir la delincuencia. Consideró que las actividades de la Policía de Mando Único, con presencia en 24 de los 33 ayuntamientos del estado, ha sido deficiente en ese municipio.
En septiembre un grupo de víctimas de la violencia se entrevistaron con el comisionado Nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, para pedirle el envío de la Gendarmería ante el crecimiento de los delitos en la zona oriente.
Con el grupo de víctimas acudieron el diputado federal del PRD Francisco Rodríguez Montero y la profesora Carmen Genis Sánchez.
En respuesta, el comisionado de Seguridad en Morelos, Alberto Capella, consideró que los ediles que piden a la Gendarmería son ignorantes porque en el estado hay coordinación con las fuerzas federales y castrenses.
Sin embargo, los jóvenes ultrajados son un ejemplo de la inseguridad y la desconfianza. Varios padres de familia y los propios muchachos renunciaron a continuar con la denuncia para evitar el escarnio y la doble victimización de las chicas ultrajadas.
Otros, decidieron suspender sus visitas a la Fiscalía para evitar represalias de los autores materiales, dicen.
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