Desde hace un tiempo, la fórmula que ha dado frutos en el combate al crimen Guadalupe, NL, ha sido incluir en su Policía a ex militares... y la fe
REFORMA
Guadalupe, Nuevo León.- El pase de lista está en marcha esa mañana fría en el patio de la Secretaría de Seguridad Pública de Guadalupe, una amplia explanada al frente del edificio que luce rodeado por una barda recién construida y en cuyos accesos, a manera de barricadas, hay costales pintados de verde, unos sobre otros, rellenos de concreto.
Si se quiere saber lo que es aquí la guerra contra el narco, basta ver las instalaciones de esta corporación.
Son las seis de la mañana y el director de la Policía, el Sargento Florencio Santos dirige el ordenamiento al que llegan corriendo oficiales a los que se les hizo tarde.
Santos tiene 45 años, es pequeño, de voz recia, gafas ámbar sujetas con un cordón al cuello y un chaleco antibalas en el que sobresalen teléfonos, radios y la calibre 9mm.
El parte de guerra nocturno es escueto: un par de vehículos oficiales averiados, robo a una casa sola al momento del saqueo, un marido violento, varios faltistas entre las filas. Durante el día anterior la cosa fue más movida: la casa de uno al que días antes quisieron ejecutar, asesinando a su madre, fue tiroteada, quizá por los mismos delincuentes.
Nada que ver con lo que la corporación vivió a partir de abril del 2011 cuando llegó a la Secretaría de Seguridad Pública el Coronel Enrique Sanmiguel.
Como buena parte del Área Metropolitana, quizá más, Guadalupe estaba tomada por la delincuencia. En cuestión de días, Sanmiguel y Santos diseñaron estrategias y salieron a las calles a combatir al narcotráfico, enfrentando incluso a elementos de sus propias filas que, al tiempo, huyeron o fueron arrestados.
Si alguien sabe lo que es la traición son Sanmiguel y Santos, quienes poco a poco fueron incorporando al cuerpo policiaco a ex militares, que hoy son casi el total de los 257 elementos de reacción a su cargo y que están dentro de los mil 229 oficiales tanto de Policía preventiva como de combate y tránsitos destacamentados en el municipio.
"Había un ambiente muy tenso cuando llegué, los policías estaban completamente echados a perder, a favor de los malos, de los zetas principalmente. Había balaceras todos los días", recuerda Sanmiguel, quien a su arribo se quedó sin ocho de los 10 mandos de la Policía local, que pusieron tierra de por medio.
Conocían la fama de Sanmiguel desde su estadía como jefe policiaco en Cancún: duro e incorruptible. Hoy, tras una época de cruentos combates, que debieron sostener con el parque literalmente contado y que dio por saldo 15 oficiales asesinados (entonces hasta les arrojaban cuerpos desmembrados y decapitados de policías cerca de la corporación), Guadalupe vive mejores días.
Alto, robusto, de ojeras amplias y mirada fría por no decir siniestra, el Coronel contempla silencioso el pase de lista. Lo acompaña el Alcalde César Garza, visiblemente desmañanado, bigotón y de mirada nerviosa, a quien Sanmiguel conduce a la galería de los compañeros caídos.
"A éstos tres los quemaron, a ella la mataron de un disparo en la nuca... uno de sus propios compañeros", dirá después, demudado, al señalar rostros en el espacio ubicado a un lado de la austera recepción del cuartel.
La revisión esa mañana es breve. Los oficiales, mujeres algunas, pocas, hacen flanco derecho y rompen filas, pero en vez de abordar sus vehículos para iniciar su jornada suben al primer piso y se acomodan apretujados en un pequeño salón.
Al frente no se colocan ni el Alcalde ni Sanmiguel, sino Salatiel Vázquez, pastor regiomontano de 35 años perteneciente a la Familia Cristiana Príncipe de Paz, quien entre acordes de bajo y teclado eléctrico da la bienvenida a los policías, mientras en una pantalla empiezan a proyectarse frases de alabanzas que todos cantan: "Con una corona de espinas te hiciste rey por siempre" y "Te doy gloria, gloria, te doy gloria, gloria, te doy gloria, gloria a ti Jesús".
Es conmovedor ver a estos hombre armados, en otro momento llenos de bravura, algunos con el cansancio en el rostro, entonar cánticos religiosos con los ojos cerrados y las palmas en lo alto o en el pecho.
Después de leer versículos de Jeremías 1.4, el profeta que de acuerdo con las Escrituras llamó al arrepentimiento al reino de Judá, Salatiel comparte: nada se mueve sin la voluntad de Dios y Dios está con esta Policía de la que están hablando en otros lugares.
Enfatiza que Dios derribará los planes del enemigo, por lo que ellos, los policías, no serán estadística, ya que están convencidos, "como dice el Coronel", que la hierba mala debe ser arrancada para en su lugar dejar semillas.
"¡No tengan temor al que dirán!", exhorta Salatiel en lo que se refiere a su fe y, en cada arenga, algunos elevan las manos, exclaman "¡sí!" y asienten con la cabeza. Otros lloran.
Salatiel llegó por invitación de Santos. Meses antes de la llegada de los militares retirados a Guadalupe, el pastor cuenta que soñó que él se hallaba delante de un montón de uniformados hincados en un patio y con los brazos extendidos.
"Es un poco místico lo que te cuento, lo sé, pero así sucedió", afirma Salatiel. "Un día llegó Santos a nuestra iglesia y derramó lágrimas. Ya para entonces lo habían intentado matar dos veces y sus vehículos blindados quedaron destruidos".
Tras aquel encuentro, el primer sábado de septiembre del 2011, Salatiel, su esposa Claudia y otros compañeros de su iglesia cristiana se encontraban frente a los policías de Guadalupe.
"El sueño se hizo realidad gracias a Dios", advierte el Pastor.
Sanmiguel suele contar que a partir de abril y a manera de "chalanes", él, Santos y los cada vez más numerosos ex militares, comenzaron a limpiar el terreno, arrancando de raíz lo podrido. Cada día eran tres o cuatro enfrentamientos. Duros.
Luego, llegó la iglesia de Salatiel a dar desayunos y a brindar apoyo espiritual, lo que se ha extendido hasta la fecha.
"Hay algo especial de Dios en esta corporación", musita el Pastor esa mañana ante los policías y agrega convencido que muchos pelearán contra ellos, pero que no los vencerán. Por Dios.
Para ese momento, por las mejillas del duro Coronel Sanmiguel corren algunas lágrimas y sus ojos están enrojecidos.
Reducen cifra de delitos
Quien diga que la lucha contra el narcotráfico es imposible de sostener con buenos resultados tendría que darse una vuelta por Guadalupe.
Desde principios de abril del 2011, cuando llegó el Coronel retirado Enrique Sanmiguel Sánchez a la Secretaría de Seguridad Pública municipal, la violencia y presencia en las calles de miembros de la delincuencia organizada se han reducido considerablemente.
Esto ha sido posible por la presencia de ex militares en las filas policiacas y la puesta en marcha de cursos de valores impartidos por pastores cristianos.
De ocupar los primeros lugares en violencia en el País, Guadalupe sufrió una transformación y delitos, como el homicidio doloso, han disminuido hasta 65 por ciento, mientras que otros, como los robos, han caído hasta 54 por ciento.
A la fecha, de los 257 elementos de la policía que combate la delincuencia en la Ciudad, el 98 por ciento está conformado por ex militares encabezados por Sanmiguel y por el Sargento retirado Florencio Santos, actual director de la Policía, que llegó con el mando procedentes de Cancún.
"Tenemos el 70 por ciento ganado, vamos por el otro 30", advirtió Sanmiguel, que junto a Santos ha sostenido enfrentamientos contra miembros de la delincuencia organizada.
De hecho, los primeros meses de estancia en Guadalupe fueron terribles, con balaceras por todas partes y miembros de la corporación asesinados. A la fecha han muerto 15 oficiales.
Hoy, la presencia por lo menos visible del crimen organizada se ha reducido, lo que se pudo palpar en recorridos realizados por REFORMA con elementos encabezados por Sanmiguel y Santos.
De acuerdo con cifras de la Procuraduría estatal, en lo que va del 2012, en Guadalupe se han registrado 77 homicidios dolosos, mientras que en el mismo periodo del 2011, cuando llegó Sanmiguel, iban 220.
Otros delitos que han ido a la baja en esos mismos periodos son los robos.
En el lapso enero a octubre del 2011 se reportaron 3 mil 129 robos de vehículos, y en el mismo periodo del 2012 fueron mil 421; los robos a negocios cayeron de mil 846 robos a 851; los robos a casa habitación cayeron de 928 a 750, y los robos a persona bajaron de mil 152 a 967.
Desde la llegada de Sanmiguel, la Policía de Guadalupe ha detenido a más de 18 mil personas, de las que 160 son por delitos federales y más de 200 por halconeo.
Las cifras que corresponden a aseguramientos a la fecha son 9 mil 710 dosis de droga, 135 armas, cuatro granadas, 12 mil 595 cartuchos, 368 cargadores y 11 chalecos antibalas asegurados.
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