Querétaro, Querétaro.- La tarde de ayer quedó en libertad Claudia Mijangos Arzac, mejor conocida como "La Hiena de Querétaro", al cumplir una sentencia de 30 años por haberle causado la muerte a sus tres hijos, crimen cometido el 24 de abril de 1989.
Alrededor de las 15:00 horas, Claudia Mijangos, de 62 años de edad, dejó el Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan, en la Ciudad de México, en donde se encontraba recluida.
La condena se cumple en el 30 aniversario del homicidio de los hermanos Castaños Mijangos, quienes fueron apuñalados por su madre la madrugada del 24 de abril; el hijo menor tenía seis años y las niñas, nueve y 11 años de edad.
La mujer fue detenida el mismo día de los hechos y recluida en el penal de la ciudad de Querétaro; dos años después, en septiembre de 1991, le fue dictada una sentencia de 30 años de privación de su libertad, y los 28 años restantes los pasó en el pabellón siquiátrico anexo del reclusorio de Tepepan.
De acuerdo con el magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) en Querétaro, José Antonio Ortega Cerbón, para quedar en libertad los familiares de Claudia Mijangos tenían que presentarse dispuestos a responsabilizarse de ella. Indicó que fue una sobrina de Claudia quien acudió al reclusorio para firmar la responsiva de su cuidado.
El magistrado recordó que, con base en el análisis de su estado de salud, la recomendación es que se mantenga bajo estricta vigilancia y en tratamiento médico, dada su condición de salud mental.
"La Hiena de Querétaro"
Claudia Mijangos Arzac nació el 25 de mayo de 1956 en Mazatlán, Sinaloa, en donde incluso obtuvo un reinado de belleza en su juventud.
A los 21 años se casó con Alfredo Castaños; procrearon tres hijos: Alfredo Antonio, Claudia María y Ana Belén. Tiempo despues, se fueron a vivir a Querétaro.
A principio de los ochentas, Claudia comenzó a presentar problemas mentales; en una ocasión, después de discutir con su esposo lo correteó con un machete en la mano y en otra ocasión lo agredió con unas tijeras, después, en un arranque de celos le ponchó con un cuchillo las llantas de su carro.
Claudia era definida por sus conocidos como una mujer muy devota a la religión católica y era tal su amor a dicha creencia que educó a sus hijos en el Colegio Fray Luis de León, una escuela muy conservadora, donde además daba clases de Catecismo, Ética y Religión.
Tiempo después, Claudia comenzó a tener problemas en su matrimonio y trató de salvarlo hasta con la terapia de pareja; sin embargo, nada funcionaría y optaron por divorciarse. Esta situación fue el punto de quiebre en la vida de Mijangos, y su estado mental se deterioró.
La tarde del 23 de abril de 1989, Alfredo Castaños llevó a sus hijos a la kermés anual del colegio. Esa noche tras dejar a sus hijos, sostuvo una fuerte discusión con su exesposa; esta situación desencadenó en que la ex Reina de Belleza sufriera una severa crisis nerviosa.
Reportes policiacos indicaron que alrededor de las cuatro de la mañana del 24 de abril, Claudia le llamó por teléfono a una amiga cercana para decirle que se sentía mal y que todos estaban muertos. Horas mas tarde, la amiga fue a visitar a Claudia y la encontró dormida junto con sus hijos muertos, por lo que llamó a la Policía.
Al momento que arribaron los peritos descubrieron que Claudia estaba llena de sangre y perdida en sí mientras que sus tres pequeños hijos yacían sin vida con lesiones de arma blanca.
Después de las investigaciones correspondientes, las autoridades, los peritos y criminólogos llegaron a la conclusión de que Claudia Mijangos había privado de la vida a sus propios hijos con distintos cuchillos de la cocina.
Primero atacó al más pequeño, Alfredo, mientras éste se encontraba dormido, luego le amputó las manos; después atacó a la mayor, Claudia María, quien escuchó los ruidos y fue a ver lo que pasaba; la apuñalo en diversas ocasiones en el tórax y a pesar de que la pequeña corrió se desmayó en el comedor.
Enseguida, apuñaló en el corazón a la pequeña Ana Belén, quien no opuso resistencia.
Después Claudia fue en busca de la agonizante Claudia María, y volvió a apuñalarla. Luego la arrastró y colocó su cuerpo inerte en la recámara principal, junto con sus hermanos. Los apiló sobre la cama uno encima del otro, y los cubrió con una colcha de color naranja con adornos blancos.
El padre Ramón le hablaba telepáticamente
El 27 de abril de 1989 a las 11:30 horas, tres días después de que masacrara a sus tres hijos, Claudia realizó su primera declaración ante la agente del Ministerio Público Investigador, en ella responsabilizó del crimen al padre Ramón, el sacerdote que se dice "amaba" y que aseguró le hablaba telepáticamente.
"El padre Ramón me hablaba telepáticamente, él influyó para que me divorciara, pero como mi madre era un freno moral para que me uniera a él, el padre Ramón con maleficios mató a mi madre, como me sigue trabajando mentalmente para poseerme y también mi marido quiere regresar conmigo y me trabaja mentalmente, fue tanta la presión que me descontrolé".
Después, cambió su declaración y dijo que no se acordaba de nada, que la había despertado su amiga Verónica Vázquez que tocaba a la puerta de su casa y que después la habían trasladado al hospital. Hablaba de sus hijos como si estuvieran vivos.
"Mis niños están dormidos en la casa… Yo quiero mucho a mis hijos, son niños muy buenos y no son traviesos", decía.
Los periódicos la bautizaron como "La Hiena de Querétaro". Aunque en un momento su abogado defensor, Julio Esponda Ugartechea, trató de inculpar a su exesposo en el crimen, los exámenes neurológicos determinaron que Claudia padecía un trastorno mental orgánico.
El diagnóstico fue epilepsia del lóbulo temporal, acompañado de una perturbación de la personalidad tipo paranoide, por lo que se suspendió el procedimiento penal ordinario y se acordó aplicar una medida de seguridad de treinta años por el triple filicidio, la pena máxima contemplada en esa época.
El lugar del crimen
La casa ubicada en la calle Hacienda Vegil de la colonia Jardines de la Hacienda, escenario del brutal crimen, pronto se convertiría en una atracción no solo de lugareños y turistas, también de personas en busca de lo paranormal, curiosos de conocer las leyendas urbanas que surgieron como: que estaba embrujada, que se aparecían los niños, que por las noches se escuchaban gritos y llantos, que se veían luces y sombras en su interior y hasta que un niño pequeño se asomaba por las ventanas.
Hoy, la casa propiedad de Claudia Mijangos luce en total abandono, con las ventanas rotas, despintada y con una barda que fue levantada por los vecinos para evitar a los "curiosos" que ingresaban a la misma.
Muchas interrogantes quedan en el aire sobre esta trágica historia. ¿Estará Claudia preparada para integrarse nuevamente a la sociedad? porque es hoy, la misma sociedad quien la señala y no olvida el lamentable acontecimiento que estremeció y marcó a esta ciudad queretana.
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