Jesús Gregorio Villanueva Rodríguez el R5 originario de Caitime Sinaloa considerado el máximo líder del grupo de sicarios de La Gente Nueva murió tras ser acribillado junto a su novia de 16 años por un grupo de sicarios, aun no se sabe si fueron los Beltran Leyva o Los Zetas
Fue identificado como Jesús Gregorio Villanueva Rodríguez de 33 años de edad y quien era originario de Caitime, Sinaloa, durante el ataque también resulto lesionada su novia de 16 años identificada como Karely Inzunza quien residía en Agua Prieta,Sonora.
De acuerdo con las versiones que dio su acompañante, Jesús se encontraba comprando comida rápida y al momento de que abordaría sus auto fue atacado a balazos, al ver la agresión Karely se resguardo pero resulto lesionada, sin que observara las características de los atacantes.
Jesús perdió la vida cuando recibía atención medica, en tanto a su novia fue atendida por el impácto de dos balas en la pierna izquierda, viajaban en un auto Volkswagen modelo 2012 con placas de Sonora.
Tras la noticia que un lugarteniente del Cartel de Sinaloa y quien se encontraba al mando del grupo armado llamado "Gente Nueva" había muerto, se corrieron los rumores de que en realidad se trataba de otra persona quien cuenta con una calve semejante al "R-5", pero esto fue falso.
Se recibió al portal la foto de un pequeño monumento que se levantó en el lugar donde falleció Jesús Gregorio Villanueva Rodriguez de 33 años originario de Caitime,Sinaloa o mejorconocido como el R-5, y del cual se dice que aún sigue vivo, situación que no ha sido confirmado.
Aquí dejamos la foto en la cual se aprecia el nombre y la fecha en una placa el día en que fue acribillado por un grupo armado cuando se disponía a comprar comida en compañía de su novia en Sonora.
También hay quienes dicen que este monumento fue mandado a poner por él mismo, con el fin de engañar y hacer pensar que sí está muerto.
Tubutama
El R-5 fue quien participo en un enfrentamiento con sicarios de los Beltrán Leyva en Tubutama y el cual dejo 29 muertos según cifras del gobierno ya que algunos aseguran fueron 2 pistoleros los muertos, en el cual murieron muchos2 integrantes de La Gente Nueva.
Tubutama fue un episodio sui generis, incluso para los estándares laxos del noroeste mexicano. De acuerdo con los habitantes de la región, el Gilo del Cid protegido por los hermanos Beltran Leyva y jefe de plaza en ese momento había acogido a gente de los Zetas –entonces brazo armado del Cártel del Golfo– para mantener el control de su zona y se había plantado con tanta fuerza frente a la confederación rival durante casi dos años y medio, que el primero de julio de 2010 los Jabalíes decidieron que debían terminar como fuera con este ultraje.
Según cuenta un sobreviviente de la batalla –quien prefiere mantenerse anónimo por cuestiones de seguridad–, y ratifican varios testimonios en la web, así como las versiones de los pobladores locales, alrededor de las once de la noche un convoy de 50 camionetas marcadas con tres equis escritas en tiza, repletas de sicarios drogados y armados hasta los dientes, atravesó los municipios de Oquitoa, Altar y Atil a toda velocidad y con las luces apagadas. A bordo iba ni mas ni menos que Jesús Gregorio Villanueva Rodríguez el R5 líder de La Gente Nueva, las indicaciones eran claras: debían acabar de una vez por todas con el conato de resistencia escondido en Tubutama.
El Gilo había sido informado del ataque y tendió una trampa en un desfiladero que está situado a exactamente seis kilómetros de Tubutama. La máquina de guerra se atascó cuando cayó en la emboscada y presos entre esas dos grandes paredes de roca color naranja, arriba de las cuales se apostaron decenas de francotiradores, las cinco primeras camionetas del Cártel de Sinaloa fueron acribilladas antes de poder dar marcha atrás y situarse en posición de combate.
Cuando pudieron replicar, los que quedaron vivos tras la primera ráfaga contraatacaron, lanzaron granadas, dispararon balas de grueso calibre y ametrallaron desde una M-50 montada en el techo de uno de los vehículos de la retaguardia, para poder retirarse del atolladero, pero ya era muy tarde. La refriega duró casi nueve horas. Murieron más de doscientos hombres, según los testigos que contactamos –tan sólo 21 de acuerdo con el reporte oficial de la Procuraduría General de la República (PGR)–, entre los cuales figuran dos policías municipales de la ciudad de Nogales, que era, antes de que interviniera el ejército, la única fuerza capaz de asustar a los convoyes en la región.
Al día siguiente, alrededor de las siete de la mañana, un enorme operativo conjunto de fuerzas municipales, regionales y federales, coordinado desde el Centro de mando 4 (C-4) de Nogales, aseguró la zona y peinó los alrededores en busca de posibles fugitivos hasta entregar un reporte final de 21 muertos, nueve heridos graves, varios detenidos y 18 camionetas de modelo reciente halladas en el lugar, todas completamente rafagueadas.
Aunque la variación de la cifra fue enorme entre los datos oficiales y los oficiosos, hay que tomar en cuenta que en un enfrentamiento como este los sicarios suelen llevarse a sus muertos para enterrarlos después. Las narcofosas descubiertas en Sonora y Durango con centenares de cuerpos mostraron hasta qué punto son endebles las estadísticas de defunción oficiales, sin dejar de tener en cuenta las fantasías que suelen producir estos combates.
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