Es cruel ver que los números de feminicidios en México crecen. Del 1 de enero al 30 de septiembre de 2018, he contado 1400 feminicidios, de los cuales, 64 son feminicidios infantiles. El Estado de México encabeza la lista con 140, seguido de Guanajuato y Veracruz con 120 cada uno. Es importante señalar que la Ciudad de México, Quintana Roo, Chihuahua, Puebla, Oaxaca, Hidalgo, San Luis Potosí y Nuevo León continúan avanzando alarmantemente en los casos de feminicidios.
El 30 de agosto recibí un par de fotos indignantes en mi celular. En ellas, el cuerpo de una mujer yacía sobre una cama en medio de un charco de sangre. Me estremecí. "Azucena Ríos", comentaron mis compañeros de AfondoEdomex. "Tenía 20 años".
Una semana después, el 7 de septiembre, me reuní con Graciela, madre de Azucena, una mujer forjada en el trabajo. Tiene una recaudería, gracias a la cual ha podido mantener a su familia. Graciela es madre de cinco hijos, el padre vive en otro estado. Azucena era de las pequeñas.
En la casa de Graciela pude ver el lugar en donde fue asesinada Azucena. Aún tenía las bandas de protección que colocaron las autoridades para continuar con las investigaciones y se respiraba el olor a sangre. Mi corazón se acongojó. Es difícil hacer una entrevista de este tipo aún cuando ha pasado tiempo, pero hablar con Graciela fue mucho más. Nos encontrábamos a unos pasos de donde le arrebataron la vida a su pequeña, a sólo siete días del crimen, en el lugar donde la vio viva por última vez al lado de Omar.
"De todas, era las más alegre y aunque era mal hablada y rebelde, era buena mi niña", me cuenta Graciela. Seis meses atrás, Azucena inició una relación con Omar, un individuo que la jovencita presentó como su novio. Aunque Azucena era reservada en su asuntos, Graciela comenzó a notarla diferente, sobre todo en los últimos días. "Siempre estaba atrás de ella y la vigilaba", recuerda Graciela, "creo que era un hombre muy celoso".
"Hay algo que quiero aclarar", me dice Graciela. En febrero, Azucena fue operada del apéndice y un quiste; unas semanas después, aún convaleciente, fue acusada falsamente por un individuo de ser prostituta y secuestrar hombres. "Dicen que los seducía y hubo hasta notas pagadas a un medio de aquí de Neza. Nunca hubo una denuncia legal ni nada, pero mi hija buscó que se aclarará eso y no le dieron oportunidad", cuenta.
El 30 de agosto, Omar llegó a casa de Azucena. Graciela les preparó el almuerzo, platicaron un rato y la madre salió del domicilio hacia su negocio, a unos minutos de su casa. Era la una de la tarde. "Míriam, mi otra hija, todavía los vio 15 minutos después". Omar pasó en su motocicleta y por su casco a la recaudería. Cinco minutos después, el primo de Graciela la llamó para decirle que acudiera de inmediato a ver a su hija. A las 13 horas con 35 minutos, Graciela se enteró que su hija había sido asesinada en su propia casa.
Hasta el momento, el presunto responsable sigue prófugo. Poco se sabe sobre el individuo, lo que sí sabe Graciela es que él estaba con ella. "Mi hija media 1.70. Era muy brava y se hubiera defendido, por cómo la encontraron y según lo que dice la policía, la atacó por la espalda".
Azucena era madre de un pequeño de dos años y medio. Le decía "tía" porque para él, su mami es Graciela, sin embargo, el pequeño pregunta constantemente por ella, la extraña y con su guitarra le fue a cantar al altar. "Virgencita te voy a cantar una canción", dice. El pequeño no sabe con certeza qué ocurrió, sólo sabe que Azucena no está y que ahora solo ve su foto llena de flores.
Con lágrimas en los ojos, Graciela me pide ayuda: "Quiero justicia para mi hija y que no le den carpetazo; quiero justicia para todas, porque no es posible que no investiguen lo que pasa con nuestras hijas y que los asesinos huyan y anden por ahí como si nada. Quiero justicia nada más".
Con información de @Fridaguerrera /VICE México
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