Durango, Durango.- María Teresa fue testigo de un infame delito en contra de su hija y aunque estaba en posibilidades de impedir que se consumara ese acto, no lo hizo, por lo que fue sentenciada a 44 años de prisión.
La pequeña Azul murió el 7 de octubre de 2017, su padrastro Roberto Jovany Vargas Sánchez, la violó y mató a golpes.
De acuerdo con los reportes, el 5 de octubre de dicho año la pequeña fue golpeada a patadas y con el puño por su padrastro, quien además la violó en el baño de la casa, ubicada en la colonia Ignacio Manuel Zaragoza de la capital, hasta dejarla inconsciente.
Todo sucedió en presencia de la madre, María Teresa Aguilar García, quien escuchó todo y no hizo nada para impedir que se consumara ese acto.
Ese día, luego de la agresión, María Teresa vio en el suelo a Azul y dijo "ya no se mueve", entonces Jovany arremetió contra la niña a puntapiés. Ahorita hago que se mueva, advirtió.
Pero como la niña no reaccionó, la recogieron y llevaron al Hospital Materno Infantil, donde los médicos denunciaron la condición de la niña, inmediatamente tras lo cual fueron detenidos por elementos de la Fiscalía e ingresados al Cereso 1 de Durango.
El 5 de octubre Azul murió, a las 21:35 horas; solo vestía un collarín en el cuello, su cuerpo estaba destrozado.
El 6 de octubre, un día después de la muerte de Azul, se llevó a cabo la primera audiencia del caso, misma en la que el padrastro repetía "verdad que yo no hice eso", cuestionando a María Teresa.
El 7 de octubre, Jovany se quitó la vida en el área de detenidos del Cereso 1.
Evidentemente sólo la mujer fue vinculada a proceso por los delitos de feminicidio y violación agravada, como coautora en comisión por omisión, y a un año de ocurridos los hechos fue sentenciada a 44 años de prisión, 30 años por el feminicidio y 14 por la violación.
María Teresa recibió dicha sentencia por medio de un Procedimiento Abreviado, lo que indica que aceptó su culpa en el feminicidio y violación de su hija Azul.
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