martes, 18 de septiembre de 2018

"La Peque", la sicaria que le gustaba tener relaciones con decapitados

Con una carrera de que inició desde muy joven, Juana, conocida como "La Peque sicaria", era la mujer encargada de las decapitaciones y mutilaciones al interior de una célula de Los Zetas, pero cobró fama luego de que confesara que también tuvo relaciones sexuales con algunos cadáveres decapitados.

Según un reportaje publicado por diario estadunidense DailyMail, "La Peque" es una criminal originaria del estado de Hidalgo. Pasó de ser una sexoservidora a "halcón" de grupos criminales y posteriormente a sicaria de Los Zetas.

La mujer confesó que a los 15 años de edad quedó embarazada y para poder mantener a su hijo tuvo que prostituirse. Posteriormente, luego de que su hermano fuera asesinado por integrantes de Los Zetas, se unió al cártel.

"Me enteré que a la esposa y al policía asesino de mi hermano los habían descuartizado y quemado. Una tarde que nos reunimos me pregunta el comandante: —¿Sabes dónde está tu hermano?, ¿está completo?, ¿lo torturaron? ?contesté que sí a las dos primeras y que no a la última pregunta?. Qué bueno, quédate con ese consuelo. Tú y tu mamá saben a dónde irle a llorar, a dónde llevarle una flor; aparte saben que no lo torturaron. En cambio la familia de ese fulano y fulana andan huyendo, y no saben dónde quedaron tirados los restos.— ¡Qué a toda madre, pinche consuelo!, pensé, pero no dije nada...", afirmó en su declaración.

Los inicios

Ya en el Cártel "la peque sicaria" era la encargada de las decapitaciones y mutilaciones corporales, llegando a ser mano derecha de algunos de los integrantes más temidos de la célula criminal

Durante la confesión, Juana, de 28 años de edad, dijo que al principio su trabajo consistía en vigilar las carreteras durante alrededor de ocho horas diarias, en las cuales tenía que reportar si pasaban patrullas. Además si hacia mal su trabajo, la amarraban y sólo le daban de comer un taco al día.

"La Peque Sicaria" dio testimonio de varias ejecuciones que presenció, como cuando "le rompieron la cabeza a un hombre con un mazo", lo que la hizo temer por su vida al imaginar que ella pudiera terminar de la misma manera, sin embargo con el paso del tiempo se familiarizó con la violencia a tal grado de sentir excitación y afición con la sangre.

Cobro de piso

"Yo trabajé en un bar donde les cobraban cinco mil pesos quincenales, pero entre más gana el negocio más se les cobra. Llega una persona y te dice: "Somos de los Zetas y tiene que pagar piso si quiere continuar con su negocio. Si no paga y no lo cierra, se chinga y lo matamos". Pero los que pagan piso reciben protección. Solamente es cuestión de decir: "Fulanito se está pasando de lanza", y en ese momento llega la gente (sicarios) a resolver las cosas", contó en su declaración.
Baño de sangre

Entre sus espeluznantes revelaciones, Juana declaró que le gustaba tener sexo con los decapitados, fríamente y con detalles narró su prácticas necrofílicas y que además de asesinar a sus víctimas, se bañaba con su sangre e incluso la bebía estando caliente.

"Me sentía emocionada por ella, me frotaba con ella, me bañaba en ella después de matar a la víctima".

Juana confesó que al estar rodeada de tanto crimen y violencia no sólo volvió insensible, sino que también tomó gusto por beber y bañarse con la sangre de los cuerpos mutilados.

Declaró que comenzó a tener relaciones sexuales con los cadáveres decapitados, utilizando las cabezas y otras extremidades para su satisfacción.

Actualmente está recluida en uno de los Centros de Reinserción Social de Baja California. Dónde termina la preparatoria y aprende contabilidad de manera autodidacta. 

"Cuando salga de la cárcel podría trabajar de nuevo con la organización, pero no quiero. Esto me sirvió de experiencia, y no tanto por el encierro, el encierro no te acaba. Te acaban las experiencias personales que vives estando en el encierro. Estando aquí en la cárcel mis papás fallecieron. Pero al salir de aquí saldré con una mano atrás y otra por delante; me veré en una necesidad económica muy grande. ¿Y quién me va a pagar ocho mil pesos a la quincena por irme a parar cuatro horas a la calle? Siempre es tentador volver", señala.

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