Abrazado a un perrito negro, quedó el cuerpo sin vida de una joven mujer quien falleció a consecuencia de la hipotermia y las condiciones precarias en las que vivía.
Al medio día del pasado jueves fue reportado el hecho por vecinos de la calle Oriente 171 casi esquina con Congreso de la Unión, a un costado de las vías del ferrocarril.
Con sus caritas de tristeza y desolados, dos angelitos de aproximadamente 10 y 5 años de edad, llamaron la atención de ciudadanos que pasaban por el lugar.
De manera sorpresiva, los niños, uno de ellos en silla de ruedas debido a una enfermedad, acercaron a los curiosos a un camper de metal que usaban como un pequeño cuarto donde vivían a espaldas de una fábrica.
"Mi mamá no se levanta porque tiene frío, está congelada", mencionaba el más pequeño de ellos, quien se acostó a un junto a ella; parecía que dormía profundamente soñando en una vida mejor.
Pero la realidad era otra, la madre de familia ya no tenía vida, su esposo había salido a pedir ayuda deambulando por la colonia para ver si alguien con un corazón enorme se apiadaba de él y pedía una ambulancia para que auxiliara a la madre de sus hijos.
Desafortunadamente jamás llegó esa esperanza de poder mirar de nuevo sus ojos abiertos, al regresar se enteró de la triste noticia, su esposa había muerto.
Sus ojos llenos de lágrimas, cargando a un perrito al que llamaban "Negro" que recogieron de la calle para darle cariño y un pan que compartirle, lo que jamás ellos habían recibido de algún ciudadano de la alcaldía donde vivían.
La mujer se fue dejando a sus seres queridos, quizás con la agonía de que en este país de tanta indiferencia, de desigualdad, donde autoridades prefieren preocuparse por problemas ajenos que resolver la pobreza extrema en que viven muchas familias.
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