jueves, 3 de mayo de 2012

La Casa Blanca pacta con el crimen organizado - Info7

Mientras en México se combate a los cárteles de la delincuencia organizada que se habían apoderado de espacios territoriales de la soberanía del Estado y el presidente Felipe Calderón no cedió a las presiones de abandonar la ofensiva contra el crimen organizado, en Estados Unidos la nueva estrategia de la Casa Blanca se basa sólo en disminuir en 15% el consumo en los jóvenes.

Con esa nueva estrategia la Casa Blanca de Barack Obama exhibe en los hechos cinco puntos que implican la decisión de cederles poder a los cárteles.

-Abandonar el combate a los cárteles que dominan el mercado de venta de estupefacientes al menudeo en mil ciudades de la Unión Americana.

-Abandonar los planes de captura de capos del crimen organizado que viven en Estados Unidos y se mueven con facilidad en ese territorio o que viven en México pero aparecen en la lista de los más buscados de EU.

-El gobierno de Obama abandona a los países de América Latina que han decidido luchar contra los cárteles que trasiegan estupefacientes hacia EU porque su estrategia rompió con el enfoque de globalización internacional del problema.

-El gobierno de Obama abandonará la estrategia de criminalizar el lavado de dinero del tráfico de enervantes que se hace en el sistema financiero estadunidense y cuyos fondos han permitido aliviar en parte la crisis de divisas de la economía de EU. En la práctica, no perseguir el lavado significaría una forma de abrir una ventanilla negra para aprovechar los narcodólares.

-Al abandonar la persecución de los traficantes de enervantes, la Casa Blanca estaría modificando su estrategia que vincula a esos delincuentes con el terrorismo, seguramente por el fracaso de ese argumento que sólo funcionó en Colombia por la alianza de las FARC con los cárteles locales. En México, la Casa Blanca quiso imponer el argumento pero sin razones válidas.

Pacto virtual

La cuestión es que los países latinoamericanos ya demostraron que el problema de los cárteles es un conflicto de seguridad nacional porque las bandas disputan control territorial a la soberanía del Estado, se instalan como poder político en algunas comunidades y han desatado una ola de violencia que lleva en México 50 mil delincuentes muertos por enfrentamientos entre organizaciones criminales y sólo en El Salvador contabilizaron 20 mil muertos el año pasado.

Pero la debilidad política del presidente Barack Obama para conseguir la reelección por cuatro años más en la presidencia de EU lo ha llevado a sacrificar su escudo de seguridad nacional y no agitar internamente las zonas donde los cárteles mexicanos controlan el mercado de venta al menudeo en mil ciudades de la Unión Americana. Porque combatir esas zonas y recuperar la soberanía del Estado norteamericano implicaría respuestas de violencia que el gobierno de Obama no desea en plena campaña política. Por eso es que Obama prefiere dejar que el crimen organizado siga enseñoreado en zonas estadunidenses que proteger a los ciudadanos del flagelo de los enervantes.

Lo malo es que la nueva estrategia del gobierno de Obama rompe con el enfoque globalizador del problema, establece el modesto enfoque de reducir en 15% el consumo, se deslinda de los temas de lavado y flujo de armas asociado al tráfico de estupefacientes y de hecho abandona a los países que han decidido combatir la producción y trasiego de enervantes hacia EU.

Al final, Obama prefiere el consumo a proteger a los estadunidenses del veneno, con tal de no generar olas que dañen su reelección.

La decisión de Obama significa dos cosas: un pacto virtual con la delincuencia organizada y una legalización funcional del consumo de enervantes. Ni más ni menos.

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