miércoles, 9 de enero de 2013

La lucha contra el crimen organizado - El Diario de Yucatán (blog)

Endilgar culpas sirve de poco. Miremos hacia adelante. Felipe Calderón tomó la decisión de atacar sin miramientos al crimen organizado. Lo hizo por petición de ciertos gobernadores. Lo hizo por la pérdida de control en varias áreas del país. Motivos concretos los había. Algunos afirman que lo hizo también como una forma de buscar legitimación.

El hecho es que embarcó a las Fuerzas Armadas y al país en una dinámica de violencia insostenible. Es cierto, la violencia ya estaba allí, pero la escalada fue brutal. Seis años después los resultados obligan a una revisión del camino seguido. Las preguntas básicas vuelven a surgir.

Qué se persigue: a) acabar con los grandes capos; b) recuperar control sobre el territorio; c) disminuir el consumo interno; d) garantizar seguridad a la ciudadanía; e) destruir plantíos e incautar droga; f) todos a la vez.

El hecho es que el consumo no se detuvo, la destrucción de plantíos e incautación disminuyó, la inseguridad se extendió territorialmente y se disparó. Sin embargo, en estos dolorosos años todos hemos aprendido.

Hoy hay mucha más información sobre un enemigo común. Las lecciones están ahí para ser utilizadas. Recomiendo ampliamente el número 420 de Nexos, diciembre 2012, dedicado al tema, en particular el artículo de Eduardo Guerrero, de quien retomo algunas ideas.

Primera lección: la prioridad es la seguridad ciudadana. Liquidar o detener capos sirve de poco a la sociedad si ese acto provoca más violencia.

Segunda: no se puede con todos al mismo tiempo en todas partes. El gobierno tiene que seleccionar a las bandas socialmente más agresivas para mandar una señal clara en contra de sus acciones. No es una "negociación" como tanto alegaron las autoridades, sino un simple reconocimiento de las limitaciones. Recomiendo -ya lo he hecho- la lectura de "The Codes of the Underwold" de D. Gambetta. Todos los estados nación seleccionan y establecen prioridades.

Tercera: los golpes a los grandes capos tienen dos efectos perversos, las bandas se multiplican y se trasladan a delitos del fuero común.

Cuarta: México gasta muy poco en seguridad, sobre todo en las policías estatales que son muy deficientes, de ahí que no puedan contender con la nueva criminalidad derivada de la "guerra".

Quinta: los países más seguros en el continente invierten mucho dinero en las policías locales y no tanto en las federales. En los últimos años el aumento en los recursos se canalizó básicamente a la Sedena y la Secretaría de Seguridad Pública Federal. Pero los delitos que se dispararon -secuestro, extorsión, robo- son locales.

Sexta: la decapitación de organizaciones provoca otro efecto perverso, las expectativas de los mandos medios cambian, pues tienen la posibilidad de volverse jefes, cabezas de ratón.

Séptima: al no invertir en las investigaciones de las procuradurías locales y la Federal, se provocó una acumulación inaudita de muertos -decenas de miles- sin investigación. La impunidad de esos actos se volvió sistémica.

Octava: la criminalidad se ha extendido, pero sigue habiendo una gran concentración. Eso facilita los operativos.

Novena: la movilidad geográfica de las bandas es notable. En Tijuana o Ciudad Juárez ha habido descensos muy significativos, pero en paralelo Guerrero o Morelos viven hoy una pesadilla.

Décima: los actos de narco terror que buscan una enorme notoriedad y espectacularidad -descuartizados, cabezas y mantas- han sido un excelente negocio para las bandas. El espacio que los medios les han otorgado facilita su objetivo: atemorizar a la ciudadanía y a las autoridades. Como lo dice Guerrero, les dan "reputación".

Undécima: de sentido común, la coordinación de las autoridades, municipales, estatales y federales, rinde muy buenos frutos. De hecho sólo con coordinación se obtienen esos resultados.

Duodécima: en el sugerente artículo de Viridiana Ríos (Nexos 420) se lanzan varias pistas. El crimen organizado actúa de manera quirúrgica, municipios dentro de estados; la idea de que no pueden convivir podría ser una pista falsa; algunos grupos muestran que pueden operar sin violencia, lo cual es muy relevante. Lograr esa disuasión pagaría muy bien a la sociedad mexicana.

La seguridad ciudadana en el centro, seleccionar a las bandas más agresivas, consistencia en el mensaje, más dinero a policías locales, integración de averiguaciones que permitan a los jueces proceder con todo el rigor, desactivar incentivos de confrontación entre bandas, invertir en prevención de adicciones y recuperación de los espacios, coordinar a las diferentes fuerzas policíacas, no utilizar la comunicación oficial para vanagloriarse de las capturas pues ello implica trabajar para las nuevas organizaciones… algunas son verdades de Perogrullo.

Hace unos meses, platicando con un ex presidente colombiano me decía "ustedes tienen que dar la misma discusión que dimos en Colombia, ¿qué va primero, capturar narcos como trofeos o la seguridad de los colombianos?"

En esas estamos. Primero van los mexicanos.- México, D.F.

Por Federico Reyes Heroles

[email protected]

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*) Analista político

El Candidato Eterno

[email protected] @cartonysta

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