jueves, 2 de julio de 2015

Abandonados a su suerte en territorio narco - El Economista

La violencia del crimen en contra de médicos es otro de los horrores de la guerra contra el narco y la SSA poco hace por los jóvenes que envía a las comunidades que son azotadas por la delincuencia.

En las universidades se hacen cargo del tema burocrático de sus pasantes enviados a comunidades, pero no de su seguridad.

La delincuencia obliga a médicos y pasantes a trabajar para ellos en las comunidades donde los sicarios dominan, alertó la doctora mexicana Fernanda Pérez Gay, especialista de la Universidad McGill de Montreal, Canadá.

Entrevistada vía telefónica, relató que desde hace años son constantes las historias de médicos compañeros que son atormentados por la delincuencia.

Destacó el caso de los pasantes que, por 500 pesos a la semana, deben realizar su servicio social en comunidades que son focos rojos por el alto índice de delitos que se cometen.

"Las clínicas son pequeñas casas rurales que no tienen lo básico para atender a la población y además no tienen ningún guardia de seguridad ni nada. Estos médicos están ahí todo el día y toda la noche, para atender. Y desde hace años se han escuchado historias, sobre todo en los estados que están más tocados por la narcoviolencia, acerca de que llegan grupos armados a, incluso, secuestrar a los médicos y llevárselos para que curen alguna herida o suturen una herida de bala. Y se los llevan con los ojos vendados a un cuarto y a punta de pistola para que curen al herido. Lo que pasa es que esto se ha ido haciendo más grave y ha terminado con el secuestro y la muerte de algunos pasantes", destacó.

Los casos más recientes

El lunes pasado, médicos y enfermeras marcharon en Chilpancingo para exigir mayor seguridad a los gobiernos estatal y municipal. Trabajadores de la Secretaría de Salud de Guerrero denunciaron acoso por parte de la delincuencia organizada y denunciaron que en lo que va del año, 18 médicos han sido secuestrados en ese estado y se ha pagado un rescate para su liberación.

El 28 de junio, una enfermera fue asesinada y un médico resultó herido luego de ser atacados por un grupo armado entre los poblados de Cuesta Blanca y Gosogachi en el municipio de Uruachi en Chihuahua. El médico y la enfermera acudían a atender a heridos de una presunta balacera en Gosogachi cuando desde los cerros les dispararon.

El 9 de junio pasado, se identificó el cuerpo del pediatra neumólogo del hospital Ángeles de Sinaloa, Luis Oswaldo Duarte Jiménez, quien había sido secuestrado.

El 14 de junio, médicos de Sinaloa encabezaron la marcha denominada Bata Blanca y Moño Negro, para reclamar seguridad, respeto a la dignidad humana y exigir justicia por el homicidio del doctor Luis Oswaldo Duarte Jiménez.

En Oaxaca, el secretario de Salud estatal, Héctor González, reconoció que por conflictos sociales o por presencia de grupos delincuenciales, una decena de clínicas de la zona sur, mixteca y la cuenca de Papaloapan se encuentran vacías, debido a que los médicos y personal se niegan a prestar el servicio por temor a represalias.

¿Doctor, está con 
nosotros o no?

La doctora Pérez Gay estimó que el caso de los tres médicos y un abogado de un hospital de Petatlán, Guerrero, que fueron secuestrados y cuyos cuerpos fueron descubiertos la semana pasada, se asemeja a otros casos de amenazas por parte de la delincuencia.

"Normalmente, los que pasan algunos días y se encuentran sus cuerpos, están relacionados con el narco, por la misma violencia que está presente en los poblados", afirmó.

"Ahora también hay pasantes que te dicen que los narcos llegan y dicen: 'doctor, nosotros mandamos aquí, somos el grupo que manda aquí y está con nosotros o no'. Y saben muchas veces que si se asocian o comunican con ellos, les van a garantizar cierta protección a cambio de que curen a los heridos para ellos, que no hablen de más, que extiendan los certificados de muerte, etcétera", comentó.

Para destacar el grado de riesgo que sufren los médicos y pasantes, la doctora mexicana Fernanda Pérez Gay recordó el caso de la agresión física y sexual que en octubre del 2012 sufrió una joven médico pasante que hacía sus labores en la clínica de El Macho, municipio de Tecuala, Nayarit.

"Lo grave de esto es que nadie se hace responsable de estos muchachos pasantes que en realidad son médicos en formación. Las universidades se hacen cargo del asunto teórico, burocrático, pero no de su seguridad ni de lo que suceda allá (en las comunidades donde realizarán el servicio). Están solos y abandonados y a merced de los delincuentes", aseguró.

Pérez Gay destacó que también hay casos de hospitales, como el de la Universidad Autónoma de Nuevo León, que han tenido que cerrar para atender a delincuentes.

"En el caso de médicos de cabecera, de hospitales, la situación se empieza a complicar más, porque hay muchos heridos de violencia del narcotráfico, y que cuando llegan los cárteles, nadie los protege. Por ejemplo, se sabe que en el Hospital Universitario de Nuevo León, a veces llegan heridos de bala y tienen que cerrar el hospital para que no lleguen los capos a tomar represalias ahí", relató.

Destacó el trabajo, sobre todo de los médicos pasantes, porque "gracias a estos pasantes se puede llevar a lo mínimo en atención, en salud, en comunidades donde sin médico pasante no habría nada. Yo creo que se debería de hacer en la Secretaría de Salud federal y luego en los estados, un sondeo para ver cuáles son las comunidades más violentas, para que se implemente algún tema de seguridad o de plano, no mandar pasantes ahí".

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